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‘Malinche’ de Nacho Cano no es solo un musical

Una experiencia 360º en la que no faltará la música, una gran oferta gastronómica y muchas sorpresas

Son infinidad las historias que nos rodean. Mientras unas son olvidadas, otras se propagan de forma tan rápida como fugaz. Pólvora. Solo algunas consiguen instaurarse de forma casi permanente en nosotros. En lo que nos define. En lo que somos. 

Si hay algo en lo que todos estaremos de acuerdo, es que no hay historia sin personajes que la escriban, ni relato si no hay quién lo cuente. Son muchos los hitos que marcan nuestra historia y muchos los hitos que, del mismo modo, hacen lo propio con nuestro destino. 

Malinche fue y es una mujer amada en España y tomada como traidora en su propio país. Curioso. La considerada madre de la cultura mestiza, lo que a día de hoy nos gusta llamar pionera. Revolucionaria o incluso resiliente. 

No hay historia sin personajes que la escriban, ni relato si  no hay quién lo cuente.

‘Malinche, el musical de Nacho Cano’, cuenta la historia de cómo esta joven esclava fue vendida a los mayas. Y cómo tuvo uno de los primeros mestizos mexicanos con el conocido conquistador español Hernán Cortés. Muchos quizá duden de si están o no leyendo unas líneas que son realidad histórica y que, aunque romantizada, aparece retratada en un musical que nos permite conocer la llegada de los españoles a México

Representado en las instalaciones de IFEMA Madrid y con unas cifras que marcan el éxito precedido estos meses atrás, el espectáculo no es sino un despliegue de lo artístico. Se dice que son doce los años que el exmecano tardó en dar forma a un musical que hoy brilla por sí solo en la cartelera madrileña.

Un musical que nos permite conocer la llegada de los españoles a México.

Y es que, si algo tiene el musical es que no solo es un musical. Desde que entras en la carpa, tienes la sensación de estar inmerso en un país que no es el nuestro. En un mundo que es el suyo. Luces de neón, DJ, comida típica mexicana-española, y un post show que te animan a continuar la fiesta más allá de la función. El Templo Canalla lo llaman.

La complejidad de contenido resulta quizá la barrera principal que el musical debe franquear. Una historia densa y tan rica en matices, obligada a ser contada en dos horas, provoca un exceso de estímulos y una lluvia de ideas que en ocasiones pueden resultar inconexas. Aún así la ambición nunca fue pecado, y el resultado es grandilocuente y brillante.

Mención especial merecen sus números musicales. Temas como ‘México Mágico’ o ‘Hijo de la guerra’ suponen una reminiscencia a una historia pasada. Con Andrea Bayardo, Ignacio Galán, Adrián Salzedo, Olga Llorente, Javier Navares y Jesús Carmona entre el reparto, se hace todo un homenaje a la actuación, el arte y el flamenco que abarca este país de punta a punta. Ahora se entiende el trabajo de esos doce años. 

Un homenaje a la actuación, el arte, y el flamenco que abarca este país de punta a punta

La magia del musical ha logrado atraer a figuras como la de Juan Magán, que el próximo 31 de marzo y 1 de abril, actuará en las funciones nocturnas con el remix que ha compuesto junto a Nacho Cano: ‘Hijo de la Guerra’. Sin duda una de las canciones estrella del espectáculo.

Malinche escribió su propia historia. Nacho Cano decidió que debía ser contada. Y cantada.

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‘Tick, Tick… Boom!’: hay muchas formas de estallar

El Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío apuesta por un musical innovador y revolucionario

30. Los años que tenía Harrison Ford cuando le dieron su primer papel importante como secundario en ‘American Graffiti’: y de ahí a la historia del cine. 33. La edad que tenía Jan Koum cuando desarrolló Whatsapp, la aplicación por excelencia. 32.  Los años de J.K. Rowling cuando publicó ‘Harry Potter y la piedra filosofal’, la primera novela de una de las sagas más importantes hasta hoy. Hay vida después de los 30, y quien diga lo contrario, miente.

(…) como si los 30 fuesen una barrera imposible de franquear.

Aceptar que nuestro tiempo se acaba es probablemente el mayor de los retos al que se enfrenta el ser humano. A contrarreloj, sentimos como se esfuman nuestros sueños, y la frustración y la sensación de fracaso se apoderan de nosotros como si los 30 fuesen una barrera imposible de franquear. Como si no existiese margen de maniobra. Como si la resignación fuese la única opción. 

Sin embargo, en un mundo en el que imperan la ansiedad y el estrés, donde está de moda no arriesgarse y no salir de la zona de confort, hay quienes deciden aferrarse a sus sueños. A pesar de que estos suenen en nuestra cabeza como la cuenta atrás de una bomba dispuesta a estallar en cualquier momento. 

Jonathan Larson (Daniel Diges), Michael (Julian Fontalvo) y Susan (Anabel García) son solamente tres más de los tantos que en los años 90 eligen Nueva York como destino para probar suerte en el mundo de lo musical, lo dramático, lo artístico. Tres más que reflejan el sino al que la mayor parte de ellos está abocado. El destino al que solo los más valientes se enfrentan. 

Michael, quien prefiere rodearse de lujos para no hacer frente a una realidad que lo persigue de forma casi aterradora. Susan, quien no ha dudado en bajar el listón de sus sueños para poder considerarse más feliz. Jonathan, quien se agarra a sus sueños, se atrinchera y se prepara para todo lo que venga: el aspirante a compositor que trabaja de camarero en Nueva York mientras escribe lo que espera que sea el próximo gran musical americano.

Un espectáculo que, con solo un piano, una buena banda y tres actores, crea la más especial de las historias.

Hay ocasiones en las que hasta los acontecimientos más inesperados acaban sucediendo. O si no que se lo digan a algunos como Jonathan Larson que, en el mismo lugar en el que sólo triunfan las fórmulas repetidas de Broadway, consiguen que gane lo revolucionario, lo innovador, lo especial. 

Fue la película de Netflix estrenada el pasado 2021 protagonizada por Andrew Garfield ‘Tick, Tick… Boom!’ la que abrió la veda y dio paso a un espectáculo que, con solo un piano, una buena banda y tres actores, crea la más especial de las historias.

Si algo se escapa de toda razón y entendimiento es el hecho de que nunca podremos hacer nada contra unas agujas del reloj que avanzan incesantes a nuestro paso. Quizá, lejos de huir, debamos hacer frente y dejarnos llevar por ese ‘tick’, ‘tick’, ‘tick’, tan caprichoso y sobrecogedor que retumba en nuestra cabeza. Puede que perderse de la forma más inesperada sea el comienzo de la gran historia de nuestra vida. Y la única forma posible de estallar. 

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‘We Will Rock You’, larga vida al rock and roll

El musical estrena su segunda temporada en el Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío de Madrid

Imaginemos solo por un momento un mundo sin música. Sin nada que tararear, sin un impulso para bailar, sin una razón por la que emocionarse, o sin una banda sonora para aquello que queremos celebrar. Bien, ahora imaginemos solo por un momento un mundo sin música en directo. Un lugar robótico, distópico, individualista y perseguidor. 

Si en 1970 esto hubiese sido así, no sabríamos lo que es Queen, ni quien es Freddie Mercury ni por qué Wembley suena a inspiración. No entenderíamos la moda de las camisetas sin mangas, ni sabríamos quienes son los campeones y, por supuesto, tampoco sabríamos qué es eso de ‘Bohemian Rhapsody’ ni lo importante que es querer ser libre. Si en 2002 esto hubiese sido así, tampoco se habría estrenado en el  Dominion Theatre del West End de Londres ‘We Will Rock You’ un 14 de mayo.

Con un formato renovado pero manteniendo las canciones de Queen como hilo conductor, el espectáculo vuelve al Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío de Madrid. Xavi Melero y Ferran Fabá (Galileo), Anabel García (Scaramouche), Ivan Herzog (Brit), Cristina Rueda (Ozzy), David Velardo (Khashoggi) y Manuel Ramos (Osborn) serán algunas de las estrellas que formen parte de este despliegue de rock and roll, con tintes de comedia y futurismo. 

Un homenaje a una de las bandas más importantes de nuestra historia que ha sabido teletransportarnos a un futuro distópico en el que cualquier forma de creación artística está prohibida. Algunos rebeldes dispuestos a desafiar esta forma de represión esperan la llegada de Galileo, el único que puede conseguir que regrese la música, el rock y la libertad. Una historia que contada al son de canciones comoSomebody to love’, ‘I want it all’ o ‘Another one bites the dust’ siempre suena mejor.

Mención especial merecen Pablo Navarro, Danny Gómez, Chema Animal, Pazo Bastante y Ángel Reyero, quienes se han encargado de demostrar que no pertenecen a nuestro mismo planeta y que, efectivamente, si la música desaparece, desaparece el mundo con ella. Cinco músicos que forman la banda que en directo cada día nos trae un pedacito de lo que es y será siempre Queen. Pura magia. 

A medio camino entre el concierto y el musical, ‘We Will Rock You’ ha sabido captar la mejor de las esencias de ambos. Con un guión fresco, actual y divertido y una escenografía que sobrepasa los límites de la tecnología nos enseña por qué más de 16 millones de espectadores y 19 países no han podido resistirse a él. 

Hubo un tiempo en el que la vida era real, el amor era real y la música en directo era auténtica. Una época en la que existió un grupo de rock que ahora viaja en el tiempo. Pasado, presente y futuro. Y lo sigue haciendo. Habrá un tiempo en el que seguiremos gritando: “Larga vida al rock and roll”, y no existirá futuro ni distopía que nos pare. De eso va ‘We Will Rock You’. 

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‘Mamma Mía!’, aquí estoy otra vez

Una nueva producción de la obra llega dispuesta a marcar un antes y un después

‘Mamma Mía’ está por todas partes. Está en las canciones que escuchamos en casa, en restaurantes, mientras hacemos la compra o en una reunión con amigos. Está en todos nuestros amores, en los primeros, en los últimos y en los eternos. En los reencuentros con amigos de toda la vida, en las despedidas, en los vínculos que nos unen y separan de nuestros padres. Y ahora está en el Teatro Rialto de la Gran Vía de Madrid

Quién iba a decir a esos cuatro jóvenes suecos que un 6 de abril de 1974 iba a cambiarles tanto la vida ganar el festival de Eurovisión. Quién iba a decir también que, un 6 de abril de 1999, justo veinticinco años después, se iba a estrenar en Londres un musical que iba a llenar butacas hasta llegar a los más de 65 millones de espectadores en todo el mundo. Quién. Un musical creado por Catherine Johnson y Judy Craymer que ha triunfado.

El mayor reto era sin duda distanciarse de todo lo anterior, de otras producciones, de lo que ya se había hecho. De lo londinense. Por eso, Juan Carlos Fisher, director de esta nueva producción del musical, decidió centrarse en la historia, en el qué y no tanto en el cómo: “la historia de ‘Mamma Mía’ es una historia muy conmovedora, divertida y que conecta mucho con todos nosotros, porque todos hemos tenido primeros amores, reencuentros con mejores amigos después de mucho tiempo. Todos hemos tenido segundas oportunidades en el amor“.

Las caras nuevas y las tablas en el escenario se entremezclan dándole un valor más interpretativo que nunca al musical. Se decidió poner al frente a Verónica Ronda, la nueva Meryl Streep, en el papel de Donna y acompañada de Mariola Peña e Inés León, quienes son las encargadas de recordarnos el trío tan bueno que forman estas tres. Entre los candidatos a padre se encuentran el veterano Jaime Zataraín junto a Carlos de Austria y Lluis Canet. La dulzura de Sophie la encontraremos esta vez en Gina Gonfaus y en Jan Buxaderas como Sky. 

Desde que entras al Rialto, te envuelven las barcas, los cócteles y una ambientación digna de quien se quiere ir a pasar los días a una de esas blancas islas. Jaime Zataraín, comenta que: “se ha tenido muy en cuenta la cosa de la isla, que es Grecia, verano, que está todo el mundo preparando una boda, hay mucha gente joven, fresca, sexy, con ganas de celebrar la vida… Y eso en las versiones anteriores yo creo que no estaba tanto”. “Desde que entras al teatro ya estás en una isla griega. La gente se mete directamente en la historia, en el ambiente”, asegura Gina Gonfaus.

El ya inconfundible grupo ABBA y canciones como ‘Dancing Queen’, ‘Mamma Mía’, ‘Money, Money, Money’, ‘Honey, Honey’ o ‘Waterloo’, son un ejemplo perfecto de lo maravilloso que es, en palabras de la protagonista Verónica Ronda, “poder compartir la música, que trascienda y que el espectador quiera también dejarse llevar por este viaje”. A pesar de que las canciones están traducidas y adaptadas, no podían bajar el telón sin mostrarnos un poco del grupo en su estado más puro con un mashup final de tres canciones pensado para que el público baile y disfrute. Que falta nos hace. 

Y es que ‘Mamma Mía’ ya forma parte de nuestra historia. De una historia en la que nos vemos reflejados y que a su vez nos refleja cada día. De unas canciones que, como pocas, son un legado de una generación tras otra. Porque ‘Mamma Mía’ no pasa de moda, porque el amor en todas sus variedades siempre es tendencia y porque quién no querría vivir en una isla griega con las personas más importantes de su vida… Mamma Mía, que gusto nos da este despliegue de arte.

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Marco Moncloa: “La Zarzuela tenemos que hacerla y exportarla desde España porque es un género español”

Tras 35 años sobre el escenario, Marco Moncloa es ya todo un veterano de la Ópera y la Zarzuela que representa el arte de nuestro país. Con la intención de acercar el género lírico a todo el mundo, participa como actor, cantante y director en un proyecto tan pionero y revolucionario como es el I Festival de Zarzuela y Ópera que se celebrará en el Teatro Amaya del 20 de octubre al 13 de noviembre de 2022. En él, se presentarán obras tan emblemáticas como La Gran Vía, Rigoletto, La Corte de Faraón o La Revoltosa: signos de identidad de la lírica.

¿Cómo surge la idea de organizar esta primera edición del festival?

Nosotros desde L’Operamore queríamos traer y acercar el género lírico, un género que creemos que está bastante abandonado por parte de las instituciones públicas. Yo vengo de tres generaciones de zarzuela, le tengo mucho respeto y mucho amor.

Participas en varios de los títulos como actor y cantante, pero además eres el director artístico del festival y escénico en algunos casos, ¿cómo es compaginar tantas facetas diferentes?

Realmente yo soy barítono. Toda mi carrera la he hecho cantando pero siempre he estado muy ligado y muy cerca de la interpretación. Valoro tanto cantar bien como actuar bien, porque creo que un artista es eso, si no es solamente un cantante. Para mi hay dos tipos de personajes: el cantante que canta y hace música y el artista que canta, hace música, y también hace emocionar al público. Yo busco eso en todas mis actuaciones y es lo que exijo ahora en los montajes. Me he atrevido a dirigir y, lógicamente, después de 35 años sobre las tablas quiero poder enseñar a gente joven que está en este proyecto a desenvolverse encima de un escenario.

¿Cuál ha sido el mayor reto para ti?

El mayor reto lo estoy teniendo a diario a la hora de dosificar. Los cantantes líricos que cantamos ópera y zarzuela somos un poco frágiles, tenemos que tener reposo, dormir bien nuestras horas de sueño… Es como hacer vida de deportista de élite. Si entrenas más de la cuenta te puedes lesionar, si no descansas te puedes lesionar, si tienes mucho estrés puede provocar agotamiento muscular y todo esto llevando la producción y la dirección es realmente el mayor reto.

Este festival tiene unos precios bastante asequibles y esta puede ser una oportunidad para acercar el género lírico a todo el mundo.

Es una gran oportunidad viendo lo que se está haciendo por ahí y la poca oferta que tiene el público que quiere ver zarzuela, y no solo durante 5 o 10 días al año. Creo que era necesario un teatro que aunque sea de una forma modesta, ofrezca al público títulos emblemáticos con el mayor de los respetos.

¿Pasa lo mismo con la ópera?

Hay un público que no conoce la ópera y que le gustaría hacerlo, pero no puede acceder a pagar los precios de, por ejemplo, la única casa de ópera que tiene Madrid que es el Teatro Real. Yo creo que Madrid necesita un teatro que tenga una cierta programación a unos precios asequibles.

Madrid necesita un teatro que tenga una cierta programación a unos precios asequibles

¿Cuánto cuestan las entradas para el I Festival de Ópera y Zarzuela?

Nosotros tenemos entradas desde 14 euros, hasta la más cara que son 50. Bastante menos que cualquier comedia musical de las que se ven hoy en Madrid.

¿Qué van a poder encontrar en este festival?

Van a ver algo muy serio, muy trabajado, con muy buenos profesionales que mezclan tanto a aquellos que están deseando comerse el escenario y necesitan una oportunidad de demostrar que tienen una voz y una valía, como veteranos de toda la vida que pisan muy fuerte: Carmen Aparicio, Ricardo Muñiz, Amelia Font, Teresa Castal, Didier Otaola… Gente que lleva muchos años haciendo grandes producciones a nivel nacional y que quieren apostar por el género y poner su granito de arena en este festival del teatro Amaya.

¿Con qué quedarías satisfecho, es decir, que esperas de parte del público para  poder decir: ha merecido la pena el esfuerzo?

Yo me daría por satisfecho si el festival empieza con un público y poco a poco se va llenando la sala. Ese sería mi éxito.

Todas las obras que representáis son imprescindibles y tienen solera en nuestra historia, ¿qué las hace tan especiales?

Son las joyas de la lírica española y del género chico. La composición orquestal y los libretos son maravillosos y enseñan muy bien lo que era el Madrid de la época. Hemos elegido unos títulos que van a encantar, que van a hacer disfrutar y con los que vamos a poder enseñar la forma clásica de hacerlo. Para mi lo transgresor es que vamos a poder hacerlo tal y como quería el compositor, pero desde un punto de vista actoral moderno respetando lo que querían los autores, tanto de música como de libreto.

Hemos elegido unos títulos que van a encantar, que van a hacer disfrutar y con los que vamos a poder enseñar la forma clásica de hacerlo

En concreto La Corte de Faraón se dice que es “fácilmente adaptable a los gustos actuales”, ¿A qué se refiere?

Tiene unos tintes eróticos, sensuales y es muy cómica pero también hay partes vocales muy serias. Puede gustar a cualquier tipo de público: al joven porque no esperará reírse tanto con unas situaciones muy simpáticas, y luego musicalmente es una especie de mini-ópera. El número de presentación de La Corte del Faraón es muy grandioso, muy Aida.

¿Y Rigoletto?

Con la ópera Rigoletto queríamos demostrar también al Teatro Amaya que no solo hay un público al que le guste y quiera ver zarzuela sino también ópera, y que no puede asistir al Teatro Real pero que quiere ir a ver los títulos de siempre. Además, otro público al que queremos acoger es aquel que no ha ido nunca a la ópera y está buscando la oportunidad de hacerlo. Hacemos esta primera incursión con mucha esperanza y mucha ilusión.

La Ópera y la Zarzuela son dos géneros que muchas veces no tienen el protagonismo que merecen o no despiertan el interés tanto como otros, ¿a qué crees que se debe?

La ópera es un tema aparte, porque es algo internacional: un coreano, un norteamericano, un alemán, un inglés conocen Rigoletto. La ópera se hace en todas las casas de ópera de todo el mundo, hay unos cuantos cientos de teatros de ópera, pero la zarzuela no. La zarzuela tenemos que hacerla y exportarla desde España, porque es un género español. En su día, cuando mi madre y mi tío dirigían, conseguimos exportarlo y hacerlo por todo centro de América, Sudamérica, Japón, Israel, Australia, Atenas… y la gente bramaba, y eso que eran extranjeros y no entendían el idioma, solo sentían la música, escuchaban, veían los bailes, las coreografías. Y esto se ha ido perdiendo porque el español en general es un poquito acomplejado, y pensamos que lo de fuera es mejor que lo nuestro.

¿Cómo podríamos cambiar eso?

Yo creo que son las instituciones las que deben actuar. Hay que exigir que el dinero público vaya también para colegios y sepan, al menos, que una vez al año existe un género como este y que igual que llevamos a los niños a ver una obra de Pío Baroja o de Valle-Inclán, pueden ir a ver Zarzuela y darse cuenta de que esto es nuestro. Esto tan bello, esta Verbena, esta Revoltosa, estos Gigantes… Pero es una tarea pública más que privada.

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Una y otra vez, ‘Cantando bajo la lluvia’

Àngel Llàcer,  Manu Guix y Miryam Benedited llevan el musical al Teatro Nuevo Apolo de Madrid

Entre flecos, lentejuelas y perlas que danzan en zapatos que acostumbran a moverse al ritmo de la música. Así es como ‘Cantando bajo la lluvia’ constituye toda un explosión de brillos y colores que nos hacen trasladarnos 100 años atrás: a nuestros queridos años 20

Por aquel entonces tuvieron lugar muchos acontecimientos reseñables en nuestra historia, entre ellos el paso del cine mudo al sonoro y con él una estela de películas y musicales que se han convertido en todo un clásico. Algunos en los mejores de todos los tiempos, y ‘Cantando bajo la lluvia’, con el inconfundible guión de Betty Comden y Adolph Green, no es sino uno de ellos. 

Tras su éxito en Barcelona como el espectáculo más visto de la temporada, el musical aterriza en el escenario del Teatro Nuevo Apolo de Madrid con la intención de conquistar la capital que, no olvidemos, cada vez lucha con más fuerza por conseguir su merecido tercer puesto después de Nueva York y Londres. El tándem perfecto que forman Àngel Llàcer, Manu Guix y Miryam Benedited reaparece dispuesto a darlo todo.

El elenco formado por Miguel Ángel Belotto en el papel de Don Lockwood y Diana Roig como Kathy Selden es una gran forma de completar un engranaje que solo puede tener un espectáculo de estas características. Ricky Mata encarnando al mismísimo Cosmo Brown y Mireia Portas en la piel de Lina Lamont son una más de las ruedas de este circuito que completa un equipo técnico que hace posible lo imposible. Verán ahora de qué les hablo. 

El mayor dilema o responsabilidad al que puede enfrentarse un actor de musicales es cómo ser fiel a la película que interpreta. A su personaje. Bien, la respuesta es fácil para Belotto, quien lleva un tiempo enfrentándose al reto de interpretar a Don Lockwood: “la película es un referente súper importante, pero no puede ser nunca una losa que nos pese”. Por eso, destaca la importancia de quedarse con la esencia pero transformarla y “que sea una Kathy Selden-Diana Roig y un Don Lockwood-Belotto. Siempre hay algo de nosotros en el personaje”.

“Hemos querido mantener muchas cosas que ya directamente son guiños a la película”, comenta Diana Roig. Quizá con esto podamos explicar que el teatro por un momento se olvide de sus limitaciones y haya conseguido que llueva. Sí, que llueva dentro del teatro. Lo que convierte al musical en “técnicamente una locura”, afirma la protagonista. 

‘Singin’ in the rain’ y ‘All I Do Is Dream of You’ son las dos únicas canciones que serán interpretadas en inglés: “porque han sido creadas así y no nos imaginábamos cantándolas de otra manera”, comenta la pareja protagonista. Sin embargo, otras como ‘Good Morning’ sí han sido traducidas y adaptadas para que los espectadores puedan comprender toda la trama y el argumento de la historia. 

El lenguaje de Gene Kelly y Donald O´Connor es único, y Belotto y Roig tenían que buscar su propia forma de llevarlo ante un escenario y un patio de butacas, donde no existe la voz de corten, ni la posibilidad de repetir escenas o de cantar y bailar por separado. Ellos tienen que dosificar su energía en ocho funciones semanales, sin margen de error y repletas de un gran sacrificio que solo puede sanar un público de pie tras cada actuación. 

Esta versión del clásico recuerda a más de uno a Broadway. Quizá porque se cuida hasta el más mínimo detalle. Por el trabajo, el esfuerzo y el cuidado que hay detrás de cada movimiento de los artistas. De quien tiene las tablas necesarias.

En palabras de Belotto, asistir a este musical, a esta expresión de arte, es lo mismo que ir a un lugar donde la gente “se divierte, se enamora, descubre la historia del cine y se traslada”. A esos años 20 que tanto nos regalaron. Tanto que 100 años después seguimos queriendo recrearlos cantando siempre bajo la lluvia. 

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De Londres a Madrid ‘Matilda, el musical’: un éxito asegurado

El Nuevo Teatro Alcalá sube a más de sesenta niños a su escenario

La historia de Roald Dahl y su niña con superpoderes conocida por todos, 12 años de éxito sin precedentes en los más grandes escenarios de Londres, una estela de 99 premios que convertían a ‘Matilda, el musical’ en el espectáculo contemporáneo más premiado: con algo así era difícil no triunfar. 

“Mágico. Energético. Espectacular”, así definían Oriol Burés y Valentina Cachimbo, quienes dan vida a Matilda y la señorita Señorita Trunchbull, el musical. “Matilda es un musical muy mágico, bastante diferente a lo que la gente ha visto aquí en España, y creo que no te deja indiferente”, afirmaba Burés. “La gente entrará de una forma a ver el musical y saldrá de otra. Es de estos musicales que te mueve muchas cosas”

El escenario del Nuevo Teatro Alcalá de Madrid se ha transformado, ahora ya no solo encontramos butacas rojas, palcos, focos o luces, sino que entrar supone trasladarnos a la mente de Matilda: un lugar en el que rebosan los libros. Y no solo eso, también se mueven. Pocas escenografías se han visto como esta. Todo tipo de efectos tienen lugar durante el espectáculo: juegos de luces, compuertas que se abren y cierran, efectos sonoros, visuales… 

Con un elenco formado mayoritariamente por niños es fácil quedar fascinado, y aún más si lo hacen tan bien. Llevan un año y medio preparándose para ello y parece que tanto esfuerzo se ha traducido en unos números musicales, bailes e interpretaciones dignos de ser presentados año tras año en el mismísimo Broadway

Tal y como pedía su director David Serrano, el (muy buen) trabajo de los niños no debe eclipsar interpretaciones como las de Oriol Burés, Daniel Orgaz, Allende Blanco, Mary Capel, Héctor Carballo o Pepa Lucas, así como los movimientos de muchos de los bailarines que forman parte del cuerpo de baile y que participan en la majestuosidad que desprende el espectáculo. 

Sin embargo, la buena relación entre los mayores y los pequeños del equipo no hace sino enriquecer aún más su esencia. Los unos aprenden de los otros, se aconsejan y, sobre todo, se enseñan “a no perder nunca la ilusión”, afirma Oriol. Los niños son un aliciente para dejarse la piel en el escenario “no puedo quedarme atrás, son un tren bala, una compañía de niños super disciplinada, energética, talentosa…”, comenta. 

Uno de los puntos más fuertes del musical (aunque no sea tan claro a simple vista), es la facilidad con la que consigue hacer llegar su mensaje a las miles de personas que se sientan en las butacas con la intención de disfrutar de un rato agradable, pero que no saben en realidad a lo que han ido ni lo que les espera. Han ido a recordar la importancia de que los niños reciban una buena educación, la importancia de cuidarlos, de no maltratarlos, de hacerlos sentirse valorados. Han ido a recordar que los niños después serán los mayores, y que no hay mayor aprendizaje y enseñanza que la propia experiencia: “a los niños hay que cuidarlos”, sentencia la pequeña Matilda Valentina Cachimbo. 

Quién pudiera ser Matilda y ser capaz de mover una y otra vez las agujas del reloj para que nunca llegue la hora de poner fin a aquello que disfrutamos. Como, por ejemplo, de ‘Matilda, el musical’.

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Dirty Dancing, el musical: cuando la nostalgia es sinónimo de éxito

El clásico permanecerá en el Espacio Ibercaja Delicias de Madrid hasta el 11 de diciembre

Es difícil sorprender cuando ya se ha visto todo. Para quien ya tiene una película, una historia de amor mítica, una estética tan marcada y unas canciones que han dado la vuelta al mundo y que, por supuesto, todos recuerdan, quedan ya pocas cosas por hacer. Por esta razón, el reto al que se enfrentaba ‘Dirty Dancing, el musical’ era (si cabe), mayor. Era necesario sacar la artillería pesada. Ir con todo. Usar su as de la manga. Y así lo hicieron. 

Jugar con la nostalgia es una apuesta segura cuando se trata de las personas. Asistir a Dirty Dancing, el musical es más que ir a ver una adaptación: es volver a sentarte en una de esas butacas rojas de los cines del 87, de cuando Netflix sonaba a algo lejano (o no sonaba) o de donde comíamos palomitas mientras deseabas ser tú la que entrase en el cuarto de Patrick Swayze. Pura reminiscencia. 

Y aunque el musical ya había pasado por numerosas ciudades españolas, instaurarse en la capital y hacerlo con éxito siempre ha sido una de las hazañas más difíciles. El Espacio Ibercaja Delicias de Madrid, decorado con banderines que instaban a adentrarse en el hotel Kellerman ‘s, ha sido el elegido para volver a los orígenes. 

Esta vez son Dani Tatay (Johnny Castle) y Sara Ávila (Baby) quienes, dirigidos por Federico Bellone, darán vida a una de las parejas más aclamadas de todos los tiempos. Acompañados de un elenco con el que viajaremos a los años 80 de la libertad, la sensualidad y la rebeldía y de una escenografía que ha sabido hacer muy bien lo suyo. Y tanto. 

En estos casos, términos como la idiosincrasia definen muy bien lo que ocurre en ese escenario. Definiendo a la misma como “aquello característico de una persona o cosa que la distingue de las demás” es fácil distinguir lo que tiene Dirty Dancing y lo que no tienen otros. Dirty Dancing constituye un antes y un después en el baile, es capaz de combinar la historia de un amor rebelde de dos adolescentes mientras trata temas tan importantes como el aborto. Es precursor de todo lo que hemos sido capaces de hacer. 

Dirty Dancing es. Forma parte de nuestra historia y lo hará en un futuro, así que ha sido y será. ¿Cómo es posible que el arte se traduzca en la facilidad de envolver a tantas y tan diferentes generaciones? Pregúntenle a Dirty Dancing.

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Bob Pop, ¿el referente de los referentes?

Su monólogo ‘Los días ajenos’ llega al Teatro La Latina de Madrid cargado de una aplastante sinceridad

Sobre lo extraordinario y lo ordinario. Sobre el talento y la identidad. Sobre aquello que puede parecer lo contrario. La antítesis del otro.  La opción alternativa. ¿Quién soy?, una simple pregunta que puede dar tanto de sí que responder nos lleve toda una vida. Y esto es precisamente lo que trata de hacer Bob Pop. Y, quién sabe, puede que hasta lo haya conseguido.

Para Roberto Enríquez, el talento y la identidad son “la misma cosa” y admite que no es nadie sin los demás: “soy como todo el mundo”. Para quien leer tiene mucho más sentido y veracidad que escribir resulta sencillo tomar a unos cuantos (o muchos) como referentes que contribuyen a convertirle en aquello que es hoy. “Los que han dado la cara lo han hecho porque han triunfado”, afirma, pero puede que haya quienes triunfen porque dan la cara, y no al revés. Y no está mal pensar que en su caso ha podido ser así. 

Llegar al Teatro La Latina de Madrid y ver en lo alto el cartel de tu espectáculo debe ser una de esas sensaciones que no se olvidan en la vida. “Una barbaridad”, como diría Bob. Para alguien que ha puesto su grano en todo tipo de espacios televisivos y radiofónicos y que le han permitido aprender a  “leer al público, a olerlo y a escucharlo“, un teatro debe ser el mayor de los regalos. Y eso es lo que son sus ‘Días ajenos’.

Una vez publicados sus dos volúmenes se pregunta: ¿Por qué no hacer algo distinto? Con la aprobación de su co-director Andrés Lima y la seguridad que esto le aportaba, decidió convertirlos en teatro y lanzarse al vacío con una propuesta que en todo momento entiende quién es, desde dónde y para quien habla. Porque tal y como dice Bob: “las historias al final no son solo propias, nos acogen a muchos y probablemente nos encontremos reflejados, nos den pistas, lugares o caminos de escapada”

Y aunque nadar a contracorriente no es fácil, incluso para quien se define a sí mismo como “un error del sistema”, en esta tónica se mantiene y se ha mantenido toda su vida. En encontrar esa bocanada de aire, esa tierra avistada, ese chaleco salvavidas que aparece cuando y donde lo necesitas. Todos nos perdemos y ‘Los días ajenos’ de Bob Pop nos demuestran que podemos encontrarnos.  De hecho, es de esa pérdida de la que surge este espectáculo: “a lo mejor lo que queremos hacer es algo que a la gente le parece un disparate pero con el tiempo estamos viendo que hay posibilidades de vida, de futuro”, afirma Pop. 

Según van pasando los años, las preguntas que nos forman y nos conforman empiezan a verse difusas en el tiempo y sustituidas por otras que llevan una connotación de arrepentimiento o de orgullo. ¿He hecho todo lo que debería? ¿Lo he hecho bien? ¿El niño que fui estaría orgulloso de lo que soy? Para alguien que lleva la libertad por bandera es quizá más fácil que para el resto sentirse orgulloso de todo lo que ha hecho y dicho: “A veces siento que no lo he dicho de la precisa manera en la que me habría gustado. Pero no me arrepiento de haber dicho nada de lo que he dicho nunca”, concluye. 

Y, aunque el niño que fue se encuentre con el desconcierto propio de quien ve toda su vida pasar como una montaña rusa, diría: ¡Madre mía, todo lo que he logrado! Y tras buscar referentes para sí mismo, puede que hasta pueda verse convertido en uno de ellos.

Colaboración: Alejandro Pérez

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Antonio Márquez: “Cuando conozcan ‘Medea’ van a estar buscando este género cada día”

El bailarín y coreógrafo sevillano presenta a su compañía en el teatro EDP Gran Vía de Madrid

Toda una vida repleta de dedicación, esfuerzo y sacrificio es lo que ha costado al artista Antonio Márquez llegar a donde está hoy. “Yo seguiría dejando el alma cada día en el escenario como si fuera la primera y la última vez”, son las palabras de quien acostumbra a apostar por el arte, la danza y por aquellas obras que lejos de merecer ser olvidadas, tratan de abrirse un hueco entre los escenarios y teatros del mundo. Y así es ‘Medea’

Casi cuatro décadas después de su estreno la obra sigue siendo considerada como uno de los momentos culminantes del ballet teatral flamenco. Mérito que se debe atribuir a la música de Manolo Sanlúcar, la coreografía de José Granero y al libreto de Miguel Narros, quien a día de hoy sigue siendo todo un referente para bailarines y coreógrafos. 

La pieza ha estado siempre en manos del Ballet Nacional y este “no ha sabido tratarla”, afirma el bailarín. Tanto es así, que el heredero ha decidido que no debería quedarse en los baúles y contrató a Antonio y a su compañía para que pudieran “poner la obra donde debe estar: en el mismo sitio en el que está una Giselle o una Carmen de Roland Petit ”. El artista aboga por dar a este tipo de obras clásicas y a la danza “la repercusión y el sentido” que se merecen. Porque “a ‘Medea’ o la ven aquí y la ven ahora o dios sabe cuándo lo harán”, sentencia Márquez.  

Recuerda el día que se rebeló ante el “no” de su jefe y decidió presentar un espectáculo de flamenco en la Ópera de la Bastilla de París. El público, el escenario y el teatro colapsaron. El mismo público que acostumbrada a salir quince minutos antes de los espectáculos se quedó media hora más aplaudiendo. Media hora. Y eso lo consiguieron el flamenco y Antonio Márquez. “Un director de un teatro no puede ser exclusivo, debe ser neutral y entender que tiene público de todo tipo. Tu dale buen género y verás cómo responde”, asevera el sevillano. 

Quizá sea por esto mismo por lo que el escenario es su sitio. Como dice el refrán Zapatero a tus zapatos. Y qué razón tiene. “A mí dirigir no me ha gustado. A mi me ha gustado siempre formar a los bailarines, transmitirles mi energía, mi pasión. Para mi eso es lo mejor, sentirme bailarín, dirigido”, comenta. 

A día de hoy los bailarines salen del conservatorio preparados pero necesitan clases y lugares que los acojan y donde puedan desarrollarse. Sin embargo, muchos de ellos acaban trabajando en algo totalmente alejado de su pasión.  “Te da pena ver esto, que es nuestro, esta cultura y que poco la cuidan para que estas personas tengan que estar donde tienen que estar: bailando”, se lamenta.

Para la compañía no ha sido fácil llegar a dónde están hoy: “hemos tenido que sustituir a varias personas de la compañía y eso nos ha quitado tiempo de clases, ensayos y de poder seguir con el repertorio habitual”, afirma Márquez. “Pero así es como se cogen realmente las tablas, el sentido de la compañía y como todos  acabamos respirando igual”. 

Las bailarinas Helena Martín como Medea y Lupe Gómez como la Nodriza, y el bailarín Luis Ortega como Creonte son algunos de los que forman parte del equipo de más de 23 personas que cuentan con “una disciplina tremenda y sobre todo están enamorados de lo que hacen cada día”. 

Y es que la danza, en palabras del bailarín, al igual que todas las artes debe tener el poder de comunicar. De transmitir. Los pasos acompañan, el cuerpo acompaña pero: ”lo importante de todo eso no es ejecutarlo sino hacer sentir al público. Hacerle vibrar con lo que tú sacas de dentro”

Por eso ‘Medea’ es importante y por eso la compañía de Antonio Márquez lo hace tan bien. Porque lo saca de dentro y es capaz de reconocer con la cabeza bien alta que “el día que la conozcan van a estar buscando este tipo de género y de compañías cada día”

 

Colaboración: Alejandro Pérez

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A Chorus Line, el musical que cuenta la historia de los de Broadway

Las personas acostumbramos a hacer fila para todo. Fila en el patio del colegio, fila en la compra, en el banco, en las urgencias del hospital, en las oficinas de administración. No es raro ni inusual para nosotros colocarnos en posición, expectantes, aunque muchas veces ya sepamos lo que viene después. Los artistas, los bailarines, los cantantes, los talentosos, y muchas veces los incomprendidos, forman su fila en Broadway e, inevitablemente, también saben lo que ocurrirá: ¡Gracias, ya te llamaremos! Y rumbo al próximo casting. 

En un mundo donde parecen tener cabida solo los mejores, A Chorus Line cuenta la historia de unos soñadores, resilientes y valientes que parecen resumir su vida en ir audición tras audición, derrota tras derrota, o éxito tras éxito agridulce. Nada más lejos de la realidad. Lo que parece ser una prueba más en la que demostrar sus virtudes artísticas y volver a casa con la frustrante sensación de no conseguir aquello que se desea, se convierte en un recorrido por los miedos, las experiencias, la infancia, adolescencia y madurez de unos personajes que parecen tener mucho que contar… ¿Cuál es tu historia?

El flamante musical de Michael Benett, James Kirkwood y Nicholas Dante, bajo la producción de Antonio Banderas, se propone hacer historia. Y lo consigue. Habrá quienes se pregunten por la trama, la trama, señores, es la vida. Nuestras experiencias más dolorosas, nuestros sueños incumplidos, ambiciones, crecimientos y procesos. Una historia que parece no contar nada pero que lo cuenta todo, que no necesita historias enrevesadas de planteamiento, nudo y desenlace, que es por sí misma, que muestra, que retrata, que relata, que canta los pretextos de unos pocos y lo que hay detrás de muchos. 

En A Chorus Line no se trata de destacar. Puede que no tenga un número estrella como sí lo tienen otros musicales, ni un personaje que brille con más luz que el resto, ni una historia que conmueva más que la otra. Y eso es lo que pretende. La vida no solo es lo grandioso, lo espectacular, lo que brilla, lo complejo o lo complicado. La vida es. Y punto.  Es vulnerable, son nuestros miedos nuestros éxitos, derrotas y victorias. Es lo que solo es nuestro. Es de estos personajes. 

En cuanto al reparto, no se puede sino hacer mención a todos aquellos artistas que forman parte del show. Angie Alcázar, Tomy Álvarez, Lucía Castro, Alex Chavarri, Javier Cid, Aaron Cobos, Anna Coll, Fran Del Pino, Daniel Délyon, Sonia Dorado, Roberto Facchin, Daniel Garod, Bealia Guerra, Pep Guillém, Cassandra Hlong, Ariel Juin, Flor Lopardo, Joan López-Santos, Juan José Marco, Graciela Monterde, Fran Moreno, Marcela Nava, Ivo Pareja-Obregón, Lucrecia Petraglia, Estibalitz Ruiz,  Aida Sánchez, Lorena Santiago, Sarah Schielke y Victor González. Son todos protagonistas. Tampoco necesita una gran escenografía, bastan unos cuantos espejos y unos pocos golpes de luz para contar lo que se quiere contar. Apuesta por lo simple, y por un maestro de ceremonias de la talla de Manuel Bandera, quien armoniza a más no poder. 

A Chorus Line, el mismo que estuvo quince años en cartel en Broadway, el del Pulitzer, el que Michael Douglas llevó a la gran pantalla. El de los espejos, los números musicales, las filas y las audiciones. El que cuenta historias: la historia de los de Broadway.

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‘Cabezas de cartel’ o cómo reflexionar sobre la industria teatral con tanto arte

Celia Nadal y Javier Manzanera, la pareja de cómicos en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara

¿Cuál es el fin último del teatro? Históricamente, el teatro siempre ha sido ese espejo en el que se reflejaba y, por consecuencia, se cuestionaba la vida humana. Establece, casi de forma determinante el bien y el mal en lo que al ser humano y a su vida se refiere. Sin embargo, ¿quién cuestiona al propio teatro? ¿Se cuestionan los del gremio a sí mismos? ¿Son coherentes? Y, ¿consecuentes?

Cabezas de cartel es más contenido que continente. El caos en su sentido más amplio como hilo conductor de todo un recorrido por el proceso creativo que supone producir una representación teatral desde cero. La que promete ser toda una crítica a la propia industria nos adentra en el ensayo de ‘Cimarrón, una obra que trata de romper con lo establecido y estampar su propio sello en una reflexión que pone sobre la mesa aspectos que puede que todos piensen, pero que solo unos pocos valientes son capaces de verbalizar y subir a un escenario.

¿Hacia dónde se encamina el teatro de hoy? Levantarse contra lo que nos es impuesto y asumir que, ser conocido o famoso no es ser artista. El artista es el que interpreta, pero sobre todo el que transmite. ¿Y el arte? El arte es la capacidad de crear, y estos dos en escena han creado. Y mucho.

Celia Nadal y Javier Manzanera quieren elegir de qué arrepentirse, y deciden no hacerlo nunca de no haber perseguido su verdadera pasión. Ella es un ataque de expresividad y energía constante, la parte más racional de la historia con unas aspiraciones que bailan entre la pasión, el beneficio e incluso la supervivencia. Él, por el contrario, se muestra como revolucionario y cómodo a la hora de nadar a contracorriente. Fiel, ante todo, a unos ideales que abogan por no venderse nunca a “esa industria” qué tantas páginas ocupa en su obra, y tantos quebraderos de cabeza le ha producido. Ambos, cercanos, queridos, pasionarios y enfrentados en una dicotomía que, muy a nuestro pesar, se presenta en numerosos aspectos y situaciones de la vida, y que no es otra que: ¿razón o corazón?

 

Deciden poner las circunstancias a su favor y, ¿qué mejor manera de hablar de teatro que en el propio teatro? Puede que muchos piensen que esto no va a interesar a nadie, pero las butacas se llenan y su público aplaude, se ríe y rinde ante la maestría de este dúo sobre el escenario.

Cabezas de cartel es la historia de unos valientes que deciden romper con lo establecido y apostar por cuestionarlo todo. Incluso a sí mismos. Unos personajes que bailan con lo que es y no es el teatro, que disfrutan entre contradicciones, misterios, certezas y asumen lo bonito y difícil que es ponerle límites al arte. Apuestan por lo suyo y se emocionan al defenderlo. Se ven así mismos en el espejo y, por supuesto, se gustan. 

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En Tierra Extraña, el musical que resucita la copla en un suspiro

El musical ‘En Tierra Extraña’ reúne a Concha Piquer, García Lorca y Rafael de León sobre los escenarios teatrales

“Lo correcto es el enemigo del arte”, dicen. No sé exactamente qué es y no es lo correcto, ni lo que sería lo correcto para Lorca, la Piquer o Rafael de León, pero lo que presenciamos ayer día 3 de marzo de 2022 en el Teatro Marquina, fue, indudablemente, el más fiel de los amigos del arte.

Los grandes se merecen un homenaje, sería lo que pensó Juan Carlos Rubio, el director que se movía en tierra conocida, pero hizo de ella la más extraña posible. Él, eligió sin duda a los más grandes: ¿Qué pasaría si Concha Piquer, Federico García Lorca y Rafael de León tuviesen un encuentro? Pues esto es lo que se figuró Juan Carlos Rubio, y le llevó a hacer una reconstrucción histórica basada en hechos posibles pero que no sucedieron realmente. Algo así como un final histórico alternativo. 

Los mismos que entraban decididos a ocupar aquellas butacas rojas del teatro, segundos después, aplaudían la voz y el verso que en Tierra Extraña se contenía. Dispuestos a adentrarse en aquel encuentro ficticio de la España del 36, en esa tierra querida que la guerra a tantos arrebató, a lo extraño que tienen a veces los conflictos que se escapan de toda razón o entendimiento. A la historia y al arte de una tierra. Nuestra tierra.

Ansiosos, puede. Expectantes, también. Satisfechos, sí rotundo. Alguna que otra cámara dispuesta a filmar lo que muchas veces se ve en los escenarios, pero pocas se hace de esta manera. Incluso, pasaba por allí un Santiago Segura que, no dudó en asistir, presenciar y recomendar una de las mayores expresiones del arte de nuestro país.

Pero, ¿quién es Concha Piquer? Una mujer de los pies a la cabeza, una artista envidiable, la musa, el duende, la luz y la sombra del espectáculo. La valenciana. La tonadillera por excelencia, la que no acostumbra a recibir un no como respuesta, la expresiva, la emotiva, el arte. Y, ¿Diana Navarro? Diana Navarro, también. 

Junto a ella, encarnado por Alejandro Vera, el hombre de los pies planos y el corazón redondo. El autor de ese tal Romancero Gitano, el poeta cuyo nombre figuraba en las listas negras del país. El de todos y el de nadie, el que ama por encima de todo su tierra y se resiste a huir de ella. Y bajo la piel de Avelino Piedad, el marqués, uno de los grandes del 27, el de las letras de copla, el enamorado, resiliente y vulnerable Rafael de León.

Una obra que rebosa talento, que empapa hasta la médula, que deja la estela de un público en pie que aplaude el arte de antaño. Y el de ahora. Una de esas que te enseñan lo valioso que es pertenecer a un lugar, y lo difícil que es estar en tierra de nadie, porque como decía la Piquer:Entre vivas y entre olés por España se brindó”. 

Imaginémonos ese encuentro en el que Concha Piquer pregunta: “Y, ¿ha merecido la pena conocerme?”, a lo que el poeta Lorca responde: “Más de lo que a mi vanidad le permite admitir”. 

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Eterno Dani Martín: Sí, sí vuelve

El cantante madrileño triunfa en el Wizink Center en un homenaje a su banda El Canto del Loco

No sé si pensar si eres el ángel que cuida mi camino… No sé si pensar si merezco todo este cariño…”  Sonaban los primeros acordes de La suerte de mi vida, que, de pronto, parecía estar escrita y hecha para ese preciso instante, sin otra intención que para mirar a los ojos a sus miles de fans y cantársela, pero bajito, con sentimiento… Y así lo hizo. 

Un recorrido por toda una carrera, toda una vida de éxitos y de temas que te recuerdan a algo o a alguien. Canciones que han sonado una y otra vez en la radio, en el coche, en la ducha, en un karaoke, en tu top 3 de Spotify, de esas que cantas a todo pulmón. Porque así es Dani Martín, un donde sea y un cuando sea. El eterno cantante. Nuestro eterno cantante. 

Bajo una chaqueta en la que se podía leer: “Que caro es el tiempo” se escondía el mismo Dani Martín cercano que conocimos en El Canto del Loco, y que a día de hoy sigue siendo nuestro Dani. Dando nombre a su gira, la chaqueta lo transportó de un lado al otro del escenario, le hizo gritar, bailar y cantar como los mismísimos ángeles. Una multitud hambrienta, y con ganas de soltar aquello que durante tanto tiempo había reprimido. 

Sus mayores clásicos, entre los que se encuentran temas como Volverá, Una foto en blanco y negro, Son sueños, Ya nada volverá a ser como antes o Tal y como eres no tardaron en sonar. En forma de notas musicales, con una melodía que conocemos y unas letras que marcaron la adolescencia de algunos y la vida de muchos. Parecía como si El Canto del Loco y Dani Martín nunca hubiesen sido algo distinto entre sí, parecían la misma cosa, la misma energía, el mismo arte, la misma historia. 

¿Qué pasa con esas manos? Gritaba una y otra vez al mismo tiempo en el que el público no tardaba en captar su mensaje, y alzaban sus manos dejando una de las imágenes más bonitas de toda la noche. Quería sentir, sentir a un público que por culpa de una tal pandemia llevaba años sin sentir. Lo quería ahí y lo quería ahora. ¡Viva la música en directo! Gritó uno de ellos. Y qué razón tenía, señores. 

Su hermana, su eterna gran protagonista volvió a aparecer reencarnada en canciones como Como me gustaría contarte, la que el autor reconocía era una carta escrita para su hermana a la que decidió poner música. Sus padres, trazando casa una línea recta y directa desde el escenario fueron el héroe y la heroína del concierto, con los que no dudó en bromear en más de una ocasión. Una familia de fans que grababan con la esperanza de convertir su recuerdo en imborrable, inalterable y para nada efímero.

Insoportable fue la última canción del concierto. Y, ¿por qué está y no otra? Quizá porque Dani Martín se adelantó a lo que a muchos se les pasaría por la cabeza minutos después: qué insoportable era la idea de salir de allí, qué insoportable era dejar de escuchar aquellas canciones que tanto nos han marcado y que para tantos ahora constituyen todo un himno, qué insoportable se iba a hacer aquel final. El eterno Peter Pan que para nosotros no crece, y al que nunca jamás dejaremos de escuchar.

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Pepa Rus: “La comedia nace cuando te empiezas a reír de tu propio drama”

Da igual comedia que drama: Pepa Rus lo hace todo y lo hace todo bien. En esta ocasión es el monólogo ‘Viva la Pepa’, el que pone en la palestra a la actriz. Una buena dosis de “risa y humanidad”, un papel hecho a medida y algún que otro golpe de suerte que nos harán complicado discernir entre lo real y la ficción. 

La historia de una madre soltera con dos hijas que se convierte en toda una heroína de la noche a la mañana, una Pepa que se enfrenta a la fama efímera, a unas promesas que nunca se cumplen y a una esperanzadora campaña política. Una función dirigida por Juan Luis Iborra que acaba de prorrogarse y que tendrá lugar en el Teatro Lara de Madrid.

Pregunta. ¿Qué tal va ‘Viva la Pepa’?

Respuesta. Estamos muy contentos, porque la verdad que está viniendo gente. Hemos prorrogado a enero y la verdad que es un personaje que me gusta mucho hacer, es un monólogo precioso y que da mucha vidilla.

P. Como experta en comedia, ¿crees que se puede hacer comedia de todo?

R. Sí. Yo creo que de todo se puede hablar desde la comedia, y no deja de tener importancia el mensaje, a veces pensamos que porque se lanza a través de la comedia deja de tener impacto en el público y, en mi opinión, es todo lo contrario.

P. Muchas veces la comedia no es otra cosa que reírse de las desgracias de uno.

R. La comedia es reírse del drama, y cuando te empiezas a reír de tu propio drama es cuando nace la comedia.

P. ¿Lo haces? ¿Te ríes de ti misma?

R. Pues es que no nos queda otra. Los problemas van a aparecer y mientras se puedan ir teniendo un tinte de humor mejor, se sale mejor del bache con un tinte de humor, excepto claro, de cosas que sean dramas sin nada más, pero a veces hacemos drama de cosas que, si estamos acostumbrados a vivir con sentido del humor, viviríamos mejor.

P. En el escenario no conoces la vergüenza pero, ¿y en tu vida diaria?

R. No. Es verdad que no soy nada introvertida, soy bastante abierta y cojo confianza rápido pero claro, no haría las cosas que hago a través de los personajes muchas veces.

P. ¿Qué diferencia hay entre la Pepa de los escenarios y la ficción y la Pepa real, la de su casa?

R. Primero que no tendría ningún interés en meterme en política. Segundo, que ella tiene una manera de vivir y de hablar muy natural, muy tierna y muy del presente, y a mi eso me gustaría aprenderlo del personaje y llevarlo a mi vida.

 

P. En una entrevista, afirmabas que: «(…) al final, por mucho que te muevas, hay algo que no te deja progresar por mucho que quieras si no tienes ese golpe de suerte». ¿Crees en la suerte? ¿Cuánto protagonismo crees que tiene la suerte en tu vida?

R. No es que crea, es que yo he tenido suerte. Puedes llamarlo suerte, azar, destino… Lo puedes llamar de muchas maneras. Pero al final yo creo que estar en el momento apropiado con la gente apropiada es importante. Y eso es una cuestión de suerte, porque tú no sabes lo que va a pasar.

P. Alguna vez te has sentido como la Pepa de tu monólogo, es decir, ¿alguna vez has sentido esa desazón, y de repente, un golpe de suerte llega y te cambia la vida?

R. Sí. Al final hay algo que te hace notar que todo se empieza a mover, que empieza a cambiar. Yo creo que esto es importante para seguir avanzando y evolucionando. Pero sí, tiene que haber esa gota de suerte que si no aparece, te hace mucho más difícil avanzar.

P. En más de una ocasión has comentado que esta obra es un traje a medida, ¿por qué?

R. Esto lo dice Juan Luis Iborra, que es el director y el autor junto a Sonia Gómez, y él lo dice porque se lo pedí. Somos amigos, hemos hecho varias funciones y a raíz de ahí nos hemos conocido, encajamos bastante bien y ya nos hicimos amigos. Un día comiendo, yo acababa de ver `Gibraltareña´ de Elisa Matilla, que la había escrito y dirigido él y, inconsciente de mi, le dije que me hiciera uno y me lo hizo. Por eso él dice que es un traje a medida, porque lo escribió pensando en mí.

P. Juan Luis Iborra menciona que esta obra es una crítica a la sociedad actual, en la que nos preocupamos de todo menos de los temas que realmente importan. ¿Es cierto esto? ¿Nos preocupamos de todo menos de lo importante?

R. Más bien creo que habla un poco de la fama efímera. El personaje critica esto a su manera, la idea de que al final nos centramos en algo muy externo a la sociedad, o incluso algo extraño, y realmente los problemas del día a día no se tienen tan en cuenta. Hace dos semanas no parábamos de hablar del récord histórico de la subida de la luz, y ahora nadie habla de que sigue subiendo la luz y hay gente que no puede pagarla, ahora el covid le ha ganado en popularidad, y aunque está muy bien y nos tienen que poner las pilas y tenemos que aprender, no podemos obviar que sigue subiendo la luz. Al final siempre hay una cosa ahí como del momento.

 

P. Y al hilo de lo anterior, ¿qué es para ti lo realmente importante?

R. Los derechos humanos. Al final, como todo el mundo eres superficial, y yo me centro en los problemas míos diarios pero, si te paras a pensar y a reflexionar un poquito y miras más allá de tu casa, hay mucho que solucionar.

P. Esta es la primera vez que te enfrentas sola al público. ¿Cómo está siendo la experiencia?

R. La primera vez que lo hice yo creía que me iba a dar un paro cardíaco, yo pensaba: y si se me olvida algo, ¿qué hago?, ¿a quién miro?, ¿quién me ayuda? Estas sola. Pasa mucho en las funciones, pero miras a tu compañero y aunque no se sepa tu texto sabe más o menos como ayudarte. Aquí no hay nadie y eso me daba pavor, y me lo sigue dando, de hecho repaso el texto como si no me lo supiera. Es el miedo más grande que tengo: equivocarme y no tener en quien apoyarme.

P. Uno de los temas de este monólogo es la fama. ¿Cómo se lleva esa parte cuando es real y la vives en tus propias carnes?

R. Es que eso tú no lo decides, aparece, por lo que sea. Lo curioso es cuando la gente te saluda y tú no sabes quien es, pero claro, tienes que ser amable porque entiendes que sí, que te conocen, aunque no lo hagan personalmente sí saben bastante de ti. Es algo muy raro que tiene su parte buena y su parte mala, como todo.

P. Para ti es proporcional, ¿cuánta más fama mejor te va?
R. Es verdad que hay muchísimos actores que no se conocen a nivel nacional que son muy buenos actores y no paran de trabajar. Pero al final yo creo que si haces algo internacional pues te van a conocer más y tu fama va a ser mayor, y va a ser un proyecto mucho más imponente que algo más pequeñito. No es que te vaya mejor a nivel personal, sino a nivel profesional. Yo creo que sí que va un poco más proporcionado.

P. Por último, ¿por qué nos recomendarías ir a ver `Viva la Pepa´?
R. Porque es una función donde te lo vas a pasar muy bien, donde la gente no para de reírse en una hora. También porque es un texto digno de escuchar, en el que se hablan de muchas cosas yo importantes. Es un suspiro de humanidad y de risa, por eso hay que verla.

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Una boda y muchos trapos sucios en ‘La madre que me parió’

Una comedia sobre las relaciones entre madres e hijas

Hay quien, al tratar de escribir una buena obra de teatro, busca la sucesión constante de una carcajada tras otra como único objetivo, fin y final. Sin embargo y frente a lo que muchos creen tener como certeza, la verdadera comedia no es aquella que te hace reír mucho o muy fuerte y de manera descontrolada, también es la que te hace sonreír.

Esto es muy fácil. Para cualquiera con un mínimo de ingenio arrancarnos una risa impetuosa y ruidosa es muy sencillo. Una tarea de coser y cantar. Un mal chiste, una caída ridícula o un comentario hábil son muchas veces suficiente pero, ¿qué es de quién consigue mantener a alguien con una sonrisa durante un tiempo? No se trata de provocar una tímida risa con fecha de vencimiento en los dos o tres segundos posteriores, se trata de ser capaz de mantenerla. De principio a fin.

Arthur Miller solía decir que “el teatro es tan infinitamente fascinante, porque es muy accidental, tanto como la vida”. Esta frase del dramaturgo cobra sentido en numerosas historias y en la vida de no solo muchos personajes, también en la de muchas personas. Pero… ¿y en La madre que me parió? ¿No lo hace acaso más que nunca? 

Mujeres divorciadas, mujeres sumisas a cargo de sus maridos, mujeres valientes, madres que necesitan ser reconocidas y queridas pero, sobre todo: mujeres empoderadas. Todas ellas capaces de coexistir formando una simbiosis perfecta.  Mujeres que, al fin y al cabo, nos enseñan que la maternidad es una opción, hasta qué punto puede llevarnos el autoengaño, las consecuencias de una mala decisión o lo dependientes que podemos llegar a ser sin darnos cuenta. Y es ahí donde está el quid de la cuestión, en el mismo quid pro quo al que, indudablemente, se enfrentan madres e hijas generación tras generación. 

Los años pasan y no perdonan y el “te lo dije” de una madre tampoco. Hijas con derecho a equivocarse y madres que tratan de no volver a ver repetidos sus mismos errores. Un camino que de la mano del humor es mucho más divertido. Y menos doloroso.

La veteranía dentro y fuera del escenario precede a las madres: Marisol Ayuso, Aurora Sánchez y a Juana Cordero quienes deslumbran y hacen deslumbrar en el escenario. Unas hijas que, encarnadas por las maravillosas Alicia Garau, Ana Villa, Eva Higueras y Sara Vega no hacen otra cosa que demostrarnos que distintas generaciones son capaces, frente a todo pronóstico, de convivir sin matarse. Así lo han hecho toda la vida. Y así lo harán.

Fue también Arthur Miller quien afirmó que “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma.” Y qué cierto es esto. ¿Qué es la comedia sino una manera sana de enfrentarnos a la realidad? ¿Qué es lo que nos asusta? ¿Y lo que nos enfada? O, ¿qué es lo que nos parece injusto? A veces, hacerse cargo de todo este crisol de sentimientos puede resultar muy doloroso.

¿No lloramos lo suficiente ya  por nuestras pérdidas? ¿No sentimos suficiente rabia por nuestras frustraciones? Los años no perdonan igual que no lo hace la vida pero, si nos reímos y sobre todo si sonreímos quizá todo nos parezca un poco mejor.

 

Por: Nara Juárez

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YAG: el microteatro contra la homofobia que le da la vuelta a todo

A veces, tan solo basta con buscar el absurdo, el lado más irracional o disparatado de algo. Puede ser una situación, un lugar o simplemente una cuestión que muestre lo ilógico, incluso lo demencial que resulta eso mismo visto desde otra perspectiva. El ser humano, tiene la capacidad de normalizar aquello que se repite de manera prolongada en el tiempo, discerniendo entre lo que es lo habitual y lo raro, sentenciando, por otra parte, lo que es normal y lo que no. 

“Papá, soy hetero”. Tres palabras son suficientes para darle la vuelta a toda una estela de prejuicios, encasillamientos, mentes cerradas o simplemente a una sociedad que dice estar preparada para un cambio que no hace patente. La cruda realidad es que las palabras hetero y gay o lesbiana no van nunca de la mano, ni se meten en un mismo saco, sino que se muestran como líneas paralelas o divergentes que tratan sin éxito de convergir. 

YAG, un microteatro contra la homofobia al que le bastan 20 minutos para demostrar que esta no debería tener cabida en nuestra sociedad. Charlotte Arrese y Nacho Arrese, padre e hija en la vida real y padre e hija en la ficción nos hacen partícipes de una complicidad que se te pega a la piel y al corazón a cada minuto que pasa. El Teatro Off Latina da la oportunidad a esta humilde, pero talentosa representación que hará que salgas siendo una persona distinta de la que ha entrado. Una persona mejor. 

 

El humor esconde, en incontables ocasiones, situaciones duras y dramáticas que, bañadas de una absurda realidad logra transmitir lo que la tragedia no siempre consigue. Por su parte, Charlotte (o Carlota) y Nacho son el claro ejemplo de que menos es siempre más. En escena, junto a ellos: una mesa, dos sillas y un plato de lentejas de bote que son suficientes para concienciar, transmitir, sensibilizar e impregnar de valores a un público dispuesto. “Pero…, ¿qué he hecho mal?”, “¿Se le nota mucho?”, “¿Tú estás segura?”, “¿Quieres que llame a mi amigo terapeuta?» ¡Seguro que puede ayudarte!” YAG desmantela todos estos interrogantes y demuestra que dejan de tener sentido según el qué, el quién o el dónde.

Unos personajes capaces de mirar a los ojos a su enemigo, sin un solo ápice de miedo, sin balbucear y sin que les tiemble el pulso. Hablan alto y claro en favor de todo un colectivo oprimido dispuesto a señalar al opresor. ¿Se ve todo con más claridad si le damos la vuelta? ¿Qué deja de tener sentido y qué no? ¿Nos da miedo ver desvanecerse a las creencias de toda una vida? ¿Nos da miedo romper con esa normalidad?

Más allá de lo absurdo, de lo dramático o lo cómico. Un padre y una hija que se desnudan y se sinceran ante una realidad patente en la sociedad y en muchas familias. Un tremendo ejercicio de valentía que conciencia, que abre los ojos de muchos y cierra los de otros. Un padre, un Nacho comprensivo, que ama sin condiciones y condicionantes. Una hija, una Carlota (o Charlotte) que se presenta a sí misma como valiente y vulnerable, y que nos enseña que ambos son compatibles. Un público que no juzga, que no cuestiona, que deja ser, hacer y deshacer a su antojo. Una obra que cierra caminos y abre senderos. 

 

Por: Nara Juárez

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Las mejores películas navideñas de Netflix

Tic, tac, tic, tac… La navidad está cada vez más cerca y, ¿a quién no le apetece un plan calentito de manta y peli? En estas fechas, no hay mejor opción que quedarse en casa disfrutando del calor del hogar mientras vemos una de esas historias de amor navideñas que todos sabemos cómo acaba, pero que veríamos una y otra vez. 

Son muchas las plataformas digitales y opciones que tienes para llevar a cabo este superplan: HBO, Amazon Prime, Disney +, y otras tantas alternativas. Para que la lista no sea eterna, te presentamos las mejores películas navideñas que se encuentran ahora mismo en el catálogo de Netflix, y que deberían ser de obligado visionado cada vez que se va acercando la Navidad.

Prepara las palomitas o el chocolate caliente porque… ¡Empieza la maratón! 

Amor de calendario

Tanto Sloane (Emma Roberts) como Jackson (Luke Bracey) odian los días festivos. Siempre acaban sentados en la mesa de los niños, sintiéndose más solos que nunca y sin parar de darle vueltas a la idea de que están solteros y que será así durante mucho tiempo. En una fiesta de navidad se conocen y llegan a una especie de “acuerdo”: desde ese momento se acompañarán a todos los festivos del próximo año. A pesar de que la química entre ellos es más que obvia, no reconocen lo mucho que les gusta compartir estas situaciones surrealistas y momentos cómicos con el otro… ¿Se darán cuenta de que son la pareja perfecta?

Operación Feliz Navidad

Una película más que se sube al carro de las imprescindibles para estas fechas. La trama se desarrolla alrededor de una iniciativa por parte de la Fuerza Aérea estadounidense en la isla de Guam. La base Anderson es la encargada de recolectar ropa, comida y juguetes de todo tipo que serán entregados a los habitantes más necesitados de la Micronesia. Erica Miller, una asistente del Congreso enfadada por tener que renunciar a pasar las vacaciones con su familia, tendrá la misión de recopilar pruebas que justifiquen el cierre de esta base americana. Sin embargo, el apuesto capitán Andrew Jantz será el encargado de convencerla de lo contrario y no se lo pondrá nada fácil… ¿Lo conseguirá?

El caballero de la navidad

¿Qué hay más mágico que un viaje en el tiempo? Una historia de amor en la que Brookie (Vanessa Hudgens), una profesora de instituto que no cree en el amor se enamora de un caballero medieval inglés del siglo XIV que es transportado por la magia al Ohio actual. Una película idónea para ver en estas fechas especiales, en la que no faltará la ilusión, los momentos en familia y por supuesto, el amor.

El calendario de Navidad

Una de esas películas con ambiente navideño que te sacará una sonrisilla. Cuenta la historia de Abby, una fotógrafa talentosa que se encuentra en la constante búsqueda de un trabajo pero que nunca deja de luchar por salir adelante. Hereda un antiguo calendario de adviento navideño cuyo contenido parece predecir el futuro y marca un rumbo directo al amor. Toda una historia de superación llena de ternura que hará más amena una de esas tardes de domingo. 

Navidades en California

Un rico seductor con un despreocupado estilo de vida que se hace pasar por peón de un rancho para conseguir que una granjera le venda sus tierras antes de navidad…¿Qué podría salir mal? ¡Te lo diré! No tardará mucho en enamorarse de la encantadora Farmer Callie, quien abrirá paso a todo un conflicto emocional que generará un gran dilema en el corazón y en la cabeza del caprichoso Joseph. 

 

Por: Nara Juárez

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El regreso de las series españolas que tanto nos gustaron

Apostar por los clásicos nunca es una mala opción. Física o química, Los hombres de Paco, Los protegidos y El Internado, cuatro series protagonistas en la adolescencia de muchos que vuelven recordándonos nuestros mejores años. No es la primera vez que el público pide la vuelta de estas grandes series que tanto nos hicieron disfrutar tiempo atrás. Si bien es cierto que no todas ellas han tenido el mismo resultado ni la misma acogida, es innegable la ilusión que nos produce ver en pantalla a aquellos personajes que tanto nos regalaron en su día.

El fenómeno fue lo que conocemos como efecto dominó: cada vez eran más las series que poco a poco iban anunciando su vuelta. Series que nos hicieron un poco más amena la vuelta a la normalidad presentándonos el 2021 como un año nostálgico.

Física o química: el reencuentro

Las puertas del Zurbarán vuelven a abrirse para recibir a todos aquellos que rieron, lloraron, disfrutaron y sufrieron en sus aulas. Una miniserie de dos capítulos en la que alumnos y profesores se reencuentran años después. ¿Qué ha cambiado? ¿Los mismos amores? ¿Las mismas discusiones? ¿Tensiones? ¿Algún tema sin resolver?

Una producción disponible en la plataforma Atresplayer Premium, que tiene como punto de partida la boda de Yoli con Oriol, un chico que no pertenece al grupo de amigos original, el de siempre. Y es que, cualquier excusa es buena para que estos chicos la líen, y una boda parece ser la ocasión perfecta para recordar el pasado. Pese a contar con prácticamente la totalidad del reparto original de la serie, la ausencia de Úrsula Corberó se hace notar.

 Los hombres de Paco, el regreso

Regresa la inolvidable historia de amor de Lucas y Sara. De nuevo, Atresplayer Premium ofrece a los espectadores el recuerdo de una de las parejas más seguidas de la historia de la televisión. El trío de Paco, Mariano y Lucas, aunque con nuevas incorporaciones, vuelve a las andadas. Once años después de su último episodio en mayo de 2010, la serie retorna manteniendo su esencia y mostrando la nueva etapa de la vida en la que se encuentran los personajes. Esta vez, el caso principal al que se enfrentan gira alrededor del tráfico ilegal de armas radiactivas. Surrealista, como se puede ver la serie no ha perdido su esencia

A pesar de que en un principio la serie estaba pensada para ser emitida en la plataforma de Atresplayer, debido al gran éxito que ha experimentado va a ser televisada para el disfrute de todos. Vuelven Paco Tous, Carlos Santo, Neus Sanz, Pepón Nieto, Michelle Jenner y Hugo Silva, y parece que va a llover…

Los protegidos, el regreso

Un grupo de personas con poderes que fingían ser una gran familia pero que acaban siendo una de verdad. Diez años después de la emisión de la serie Los Protegidos, regresan las tramas del relato original. Aunque parece que en estos últimos años cada uno ha tomado caminos diferentes, se ven en la obligación de volver a unirse si quieren salir ilesos de la nueva amenaza que les persigue. Dora, la hija de Sandra desaparece y todos colaboran como en los viejos tiempos para ayudarla a encontrarla.

¿Qué pasó con culebra y chispitas? ¿Cómo son ahora los más pequeños? ¿Qué ha sido de Lucas?  ¿Y de Mario? Atresplayer vuelve a juntar a los Castillo y Antonio Garrido, Ana Fernández, Luis Fernández, Mario Marzo, Daniel Avilés, Gracia Olayo y Óscar Ladoire vuelven a formar parte del reparto que tanto gustó hace ya tiempo. Y por supuesto, para quien se lo esté preguntando: No, no faltarán los toques de humor de la incansable Rosa Ruano.  

El internado: Las Cumbres

Se trata de un reboot que, aunque mantiene la esencia de la serie original, llega con unos nuevos personajes que se encontrarán con numerosos misterios e incógnitas que tendrán que resolver. 

Amazon Prime trae consigo la historia de unos adolescentes problemáticos y rebeldes que tendrán que vivir bajo la disciplina que el Internado Las Cumbres les impone. Situado en un lugar perdido entre las montañas, el colegio es un antiguo monasterio rodeado por un bosque repleto de leyendas que siguen aún vigentes y que les adentrará poco a poco en aventuras escalofriantes. Un asesinato ritual que acabará precipitando los acontecimientos. Una temporada con ocho capítulos que quién sabe si va a seguir el camino de la serie original y va a acabar con, al menos, siete temporadas.