En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme es, posiblemente, el comienzo de libro más famoso de la historia. La mayoría de personas lo conocemos e incluso somos capaces de continuar la frase. Y es que Don Quijote de la Mancha es sin duda la gran obra de la literatura española y una de las más importantes de la historia. La novela escrita por Miguel de Cervantes ha generado mil rumores y anécdotas y una de las más llamativas es que al autor le llegó la inspiración cuando estaba encarcelado por la desaparición del dinero que había recaudado como comisario de abastos.
Es justamente este periodo carcelario el que se retrata en Los Espejos de Don Quijote. En la obra vemos como Cervantes se enfrenta a las acusaciones de robo, su relación con el carcelero que más tarde le serviría de inspiración para la figura de Alonso Quijano, y cómo en la habitación de al lado está su amante Dorotea a la que también han detenido.
Pero la parte más original se da con el encuentro ficticio entre el protagonista y otro gran escritor coetáneo, William Shakespeare. El creador de esta obra, Alberto Herreros, imagina una increíble unión en la que estos dos personajes son una mutua inspiración para la creación de sus grandes obras: El Quijote, Romeo y Julieta, Hamlet...
Los Espejos de Don Quijote se realizó por el 400 aniversario de la muerte de uno de los autor más importantes de la historia y está escrita y dirigida por Alberto Herreros. Para la interpretación de los personajes hay un elenco doble: en el papel de Cervantes están José Manuel Seda o David Lorente, como Shakespeare Daniel Moreno o José María del Castillo, como Dorotea Ana Crouseillles o Marta Guerras y finalmente, el carcelero está interpretado por Pietro Olivera o Pedro Miguel Martínez.
