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Espectáculos y teatro

Descubriendo Cabaret: ¿Qué hay detrás de un musical?

Cristina Castaño, Edu Soto y Dani Muriel son los flamantes y carismáticos protagonistas de Cabaret, una nueva apuesta por el musical de Broadway ahora en plena Gran Vía. Una década después de su última producción en Madrid, vuelve el Kit Kat Klub para cantarnos el lado más sensual y trágico de la historia. Y tu puedes ver el musical Cabaret en Madrid porque Taquilla.com sortea dos entradas más una noche de hotel.

Ya os hemos contado cómo surgieron y qué se escondía tras los primeros locales de variedades. También qué os podéis encontrar si os asomáis a las tablas del Teatro Rialto. Pero, ¿qué hay detrás de una superproducción del tamaño de Cabaret? ¿Cómo se construye? SOM Producciones nos invita a descubrir las entrañas del teatro y los camerinos de la obra, ese lugar desconocido para el público en el que surge la magia.

Nos encontramos en plena Gran Vía. Tráfico, turistas y trabajadores conforman el centro neurálgico de la ciudad, al que no es tan fácil trasladar una producción de estas características. Recordemos que hay que adaptar estas obras de gran formato a teatros míticos que, aunque han sido restaurados, cuentan con casi 100 años de antigüedad. Éste es, sin duda, uno de los mayores retos a los que se enfrentan los musicales, y también la mayor satisfacción: “Debéis venir a la Gran Vía. Es una fiesta poder acercarse a la Gran Vía para ver un musical, y un título como Cabaret por todos conocido enriquece todavía más la experiencia.” Nos cuenta Enrique R. del Portal, el actor que encarna a Schultz.

Una vez dentro del Teatro Rialto nos encontramos ante una obra titánica adaptada a un espacio en miniatura. La producción de Cabaret relega los bastidores a larguísimos pasillos, intrincadas escaleras y talleres amontonados cuyo mayor logro es conseguir una coordinación milimétrica para que la obra pueda salir a la perfección todos los días a las 20:30 horas. Y es que tras el resultado de la imagen en escena se encuentran 24 técnicos, 9 músicos actuando en directo y 16 actores entrando y saliendo precipitadamente de escena para realizar hasta 15 cambios de vestuario. Parecía más sencillo, ¿verdad? Esa es la intención.

Una obra no es sólo una obra, no es sólo un bonito espectáculo de dos horas y media. La magia tiene un precio y es muy alto: hay que construirla desde la base, y más en una producción en la que todos los diseños han sido autoproducidos. Miles de horas de ensayo y preparación, de construcción de escenografía, preparación técnica de luces y composición musical están detrás de un espectáculo de grandes dimensiones como Cabaret.

Todo se sustenta en una estricta rutina diaria: dos horas antes de levantarse el telón comienza la pasada inicial, un conjunto de movimientos técnicos en los que se comprueba que luces, sonido y maquinaria funcionan a la perfección. Día tras día. ¿Y los bailarines? También llegan con mucho margen para repasar los bailes, calentar voces y corregir posibles errores, amén del tiempo necesario para maquillarse y vestirse hasta que parezcan recién salidos de 1933. Además, una vez a la semana deben ensayar más intensamente para «limpiar las coreografías» y que estén siempre perfectas. Una jornada laboral maratoniana que esconde cientos de horas de ensayo para un resultado milimétrico.

¿Por qué la gente debería ver Cabaret?, preguntamos. Pepa Lucas lo tiene claro: “No tiene nada que ver con producciones anteriores, es como un musical nuevo. La historia de siempre contada desde otro punto de vista. Se dejan atrás las medias rotas: aquí hay luz, hay color, tiene un puntito más de revista. Es muy lujoso, muy bonito, visualmente es una pasada.” Y tiene razón. Las luces, la escenografía, el vestuario, cuentan con una producción impecable para que el resultado estético sea halagador a todos nuestros sentidos.

Todo este imaginario debe adaptarse a los ritmos de la obra. Y a un vestuario etéreo y delicado que sufre desperfectos con asiduidad. ¿Imaginas organizar decenas de cambios de vestuario para 16 personas? ¿Limpiar, organizar y poner a punto hasta 80 pares de zapatos? A todo esto hay que sumarle sastrería, camerinos, utilería, microfonía e instrumentos compartiendo espacio tras las bambalinas. Una auténtica batalla para conquistar un directo perfecto en cada representación.

Víctor Díaz, cuyo personaje es Ernst, destaca: «Lo bueno de esta producción es que nosotros somos los responsables de la obra. Somos los mismos actores los que hacemos la propuesta, siempre con un director que nos ha guiado por el camino, claro, pero con una apuesta de producción propia. Las franquicias son geniales, hay que traer producto de Londres o Nueva York… pero me parece muy importante que convivan con propuestas de aquí”. Cabaret es el espíritu y el talento de actores, técnicos y productores con ganas de hacerlo a lo grande.

Todo cobra vida cuando el telón al fin se alza. El engranaje se pone en movimiento para coordinar a productores, directores, artistas y técnicos. Es como otra representación paralela donde cada uno tiene su papel y todos son protagonistas. Porque sincronizar a un equipo tan grande en un espacio tan pequeño no es tarea sencilla. ¿El resultado? Uno de los musicales del momento que más van a dar que hablar en Madrid.