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Espectáculos y teatro

Lo mejor de la comedia de Jardiel a ritmo de rock

Crónica de Cuatro corazones con freno y marcha atrás

Cuatro corazones con freno y marcha atrás es una comedia desternillante, rápida, de un ritmo loco y atrevido. No se limita a hacernos reír sin parar, sino que nos hace reflexionar sobre el sentido de la vida (o sobre si la vida tiene algún sentido). Uno de los mayores éxitos de esta muestra ha sido realizar una representación fiel del texto de Jardiel Poncela de 1936, pero adaptándolo a los años 70 y dándole numerosos toques personales. Y es que la elección de esta difícil obra se retoma a la infancia de Gabriel Olivares, director de la comedia, por ser la primera función a la que asistió y de la que guarda grandes recuerdos.


Pero la adaptación de Jardiel no fue la única dificultad: la obra se representa en el patio exterior del Teatro Galileo, en un escenario pequeño y rodeado por público por los cuatro costados, que beben y comen mientras se desarrolla la obra. Dada esta situación, la intención de Olivares era conseguir que los espectadores se implicasen y que sintiesen que estaban dentro de una gran fiesta. Y lo consigue a través de la original puesta en escena y de los disparatados números musicales, que crean un ambiente festivo y muy divertido.

Ricardo acaba de perder a su tío millonario, quedando como único heredero, pero solo podrá cobrar la herencia pasados 60 años. Esta jugarreta del tío deprime al pobre Ricardo, hasta que el doctor Bremón le da una maravillosa noticia, acaba de descubrir la pócima para la eterna juventud. El doctor y Ricardo, junto a sus parejas beben la pócima, que tendrán que compartir con un indiscreto cartero que se entera de todo lo sucedido y que amenaza con contar al planeta este descubrimiento. Todos son felices, brindan con champán, se besan, las parejas se dicen “siempre te amaré”. Pero la eternidad no resultará tan fácil como parecía…

Gabriel Olivares, que ya se ha convertido en uno de los dramaturgos cómicos por excelencia tras dirigir Burundanga, supera el reto. Le da muchos toques personales como esos números musicales que sorprenden y hacen reír a carcajadas al público. La obra es un absurdo, igual que la vida. Al principio coges manía a los personajes, ¿cómo pueden ser infelices si tienen dinero, amor y salud eterna? Pero al final los compadeces, abandonados del mundo, con corazones frenados.

La compañía TeatroLab sorprende una vez más con la originalidad que impregnan a cada obra, y es que desde su primer montaje en 2006 ya han estado nominados a los premios Max, por Our Town. Lo que la ha convertido en una de las compañías más prometedoras del panorama nacional. Aunque en taquilla.com no pudimos ver la interpretación de César Camino, sus compañeros Álex Cuevas, David García Palencia, Chusa Barbero, Silvia Acosta… nos envolvieron en esta frenética historia. Tras ver la muestra, quizás al público no le den ganar de frenar y dar marcha atrás a sus corazones, pero seguro que si les apetece pulsar el pedal de acelerar para poner el motor a mil revoluciones, ya que el hecho de que la vida tenga un final, es lo que hace que la vivamos intensamente.