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‘Mamma Mía!’, aquí estoy otra vez

Una nueva producción de la obra llega dispuesta a marcar un antes y un después

‘Mamma Mía’ está por todas partes. Está en las canciones que escuchamos en casa, en restaurantes, mientras hacemos la compra o en una reunión con amigos. Está en todos nuestros amores, en los primeros, en los últimos y en los eternos. En los reencuentros con amigos de toda la vida, en las despedidas, en los vínculos que nos unen y separan de nuestros padres. Y ahora está en el Teatro Rialto de la Gran Vía de Madrid

Quién iba a decir a esos cuatro jóvenes suecos que un 6 de abril de 1974 iba a cambiarles tanto la vida ganar el festival de Eurovisión. Quién iba a decir también que, un 6 de abril de 1999, justo veinticinco años después, se iba a estrenar en Londres un musical que iba a llenar butacas hasta llegar a los más de 65 millones de espectadores en todo el mundo. Quién. Un musical creado por Catherine Johnson y Judy Craymer que ha triunfado.

El mayor reto era sin duda distanciarse de todo lo anterior, de otras producciones, de lo que ya se había hecho. De lo londinense. Por eso, Juan Carlos Fisher, director de esta nueva producción del musical, decidió centrarse en la historia, en el qué y no tanto en el cómo: “la historia de ‘Mamma Mía’ es una historia muy conmovedora, divertida y que conecta mucho con todos nosotros, porque todos hemos tenido primeros amores, reencuentros con mejores amigos después de mucho tiempo. Todos hemos tenido segundas oportunidades en el amor“.

Las caras nuevas y las tablas en el escenario se entremezclan dándole un valor más interpretativo que nunca al musical. Se decidió poner al frente a Verónica Ronda, la nueva Meryl Streep, en el papel de Donna y acompañada de Mariola Peña e Inés León, quienes son las encargadas de recordarnos el trío tan bueno que forman estas tres. Entre los candidatos a padre se encuentran el veterano Jaime Zataraín junto a Carlos de Austria y Lluis Canet. La dulzura de Sophie la encontraremos esta vez en Gina Gonfaus y en Jan Buxaderas como Sky. 

Desde que entras al Rialto, te envuelven las barcas, los cócteles y una ambientación digna de quien se quiere ir a pasar los días a una de esas blancas islas. Jaime Zataraín, comenta que: “se ha tenido muy en cuenta la cosa de la isla, que es Grecia, verano, que está todo el mundo preparando una boda, hay mucha gente joven, fresca, sexy, con ganas de celebrar la vida… Y eso en las versiones anteriores yo creo que no estaba tanto”. “Desde que entras al teatro ya estás en una isla griega. La gente se mete directamente en la historia, en el ambiente”, asegura Gina Gonfaus.

El ya inconfundible grupo ABBA y canciones como ‘Dancing Queen’, ‘Mamma Mía’, ‘Money, Money, Money’, ‘Honey, Honey’ o ‘Waterloo’, son un ejemplo perfecto de lo maravilloso que es, en palabras de la protagonista Verónica Ronda, “poder compartir la música, que trascienda y que el espectador quiera también dejarse llevar por este viaje”. A pesar de que las canciones están traducidas y adaptadas, no podían bajar el telón sin mostrarnos un poco del grupo en su estado más puro con un mashup final de tres canciones pensado para que el público baile y disfrute. Que falta nos hace. 

Y es que ‘Mamma Mía’ ya forma parte de nuestra historia. De una historia en la que nos vemos reflejados y que a su vez nos refleja cada día. De unas canciones que, como pocas, son un legado de una generación tras otra. Porque ‘Mamma Mía’ no pasa de moda, porque el amor en todas sus variedades siempre es tendencia y porque quién no querría vivir en una isla griega con las personas más importantes de su vida… Mamma Mía, que gusto nos da este despliegue de arte.

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Marco Moncloa: “La Zarzuela tenemos que hacerla y exportarla desde España porque es un género español”

Tras 35 años sobre el escenario, Marco Moncloa es ya todo un veterano de la Ópera y la Zarzuela que representa el arte de nuestro país. Con la intención de acercar el género lírico a todo el mundo, participa como actor, cantante y director en un proyecto tan pionero y revolucionario como es el I Festival de Zarzuela y Ópera que se celebrará en el Teatro Amaya del 20 de octubre al 13 de noviembre de 2022. En él, se presentarán obras tan emblemáticas como La Gran Vía, Rigoletto, La Corte de Faraón o La Revoltosa: signos de identidad de la lírica.

¿Cómo surge la idea de organizar esta primera edición del festival?

Nosotros desde L’Operamore queríamos traer y acercar el género lírico, un género que creemos que está bastante abandonado por parte de las instituciones públicas. Yo vengo de tres generaciones de zarzuela, le tengo mucho respeto y mucho amor.

Participas en varios de los títulos como actor y cantante, pero además eres el director artístico del festival y escénico en algunos casos, ¿cómo es compaginar tantas facetas diferentes?

Realmente yo soy barítono. Toda mi carrera la he hecho cantando pero siempre he estado muy ligado y muy cerca de la interpretación. Valoro tanto cantar bien como actuar bien, porque creo que un artista es eso, si no es solamente un cantante. Para mi hay dos tipos de personajes: el cantante que canta y hace música y el artista que canta, hace música, y también hace emocionar al público. Yo busco eso en todas mis actuaciones y es lo que exijo ahora en los montajes. Me he atrevido a dirigir y, lógicamente, después de 35 años sobre las tablas quiero poder enseñar a gente joven que está en este proyecto a desenvolverse encima de un escenario.

¿Cuál ha sido el mayor reto para ti?

El mayor reto lo estoy teniendo a diario a la hora de dosificar. Los cantantes líricos que cantamos ópera y zarzuela somos un poco frágiles, tenemos que tener reposo, dormir bien nuestras horas de sueño… Es como hacer vida de deportista de élite. Si entrenas más de la cuenta te puedes lesionar, si no descansas te puedes lesionar, si tienes mucho estrés puede provocar agotamiento muscular y todo esto llevando la producción y la dirección es realmente el mayor reto.

Este festival tiene unos precios bastante asequibles y esta puede ser una oportunidad para acercar el género lírico a todo el mundo.

Es una gran oportunidad viendo lo que se está haciendo por ahí y la poca oferta que tiene el público que quiere ver zarzuela, y no solo durante 5 o 10 días al año. Creo que era necesario un teatro que aunque sea de una forma modesta, ofrezca al público títulos emblemáticos con el mayor de los respetos.

¿Pasa lo mismo con la ópera?

Hay un público que no conoce la ópera y que le gustaría hacerlo, pero no puede acceder a pagar los precios de, por ejemplo, la única casa de ópera que tiene Madrid que es el Teatro Real. Yo creo que Madrid necesita un teatro que tenga una cierta programación a unos precios asequibles.

Madrid necesita un teatro que tenga una cierta programación a unos precios asequibles

¿Cuánto cuestan las entradas para el I Festival de Ópera y Zarzuela?

Nosotros tenemos entradas desde 14 euros, hasta la más cara que son 50. Bastante menos que cualquier comedia musical de las que se ven hoy en Madrid.

¿Qué van a poder encontrar en este festival?

Van a ver algo muy serio, muy trabajado, con muy buenos profesionales que mezclan tanto a aquellos que están deseando comerse el escenario y necesitan una oportunidad de demostrar que tienen una voz y una valía, como veteranos de toda la vida que pisan muy fuerte: Carmen Aparicio, Ricardo Muñiz, Amelia Font, Teresa Castal, Didier Otaola… Gente que lleva muchos años haciendo grandes producciones a nivel nacional y que quieren apostar por el género y poner su granito de arena en este festival del teatro Amaya.

¿Con qué quedarías satisfecho, es decir, que esperas de parte del público para  poder decir: ha merecido la pena el esfuerzo?

Yo me daría por satisfecho si el festival empieza con un público y poco a poco se va llenando la sala. Ese sería mi éxito.

Todas las obras que representáis son imprescindibles y tienen solera en nuestra historia, ¿qué las hace tan especiales?

Son las joyas de la lírica española y del género chico. La composición orquestal y los libretos son maravillosos y enseñan muy bien lo que era el Madrid de la época. Hemos elegido unos títulos que van a encantar, que van a hacer disfrutar y con los que vamos a poder enseñar la forma clásica de hacerlo. Para mi lo transgresor es que vamos a poder hacerlo tal y como quería el compositor, pero desde un punto de vista actoral moderno respetando lo que querían los autores, tanto de música como de libreto.

Hemos elegido unos títulos que van a encantar, que van a hacer disfrutar y con los que vamos a poder enseñar la forma clásica de hacerlo

En concreto La Corte de Faraón se dice que es “fácilmente adaptable a los gustos actuales”, ¿A qué se refiere?

Tiene unos tintes eróticos, sensuales y es muy cómica pero también hay partes vocales muy serias. Puede gustar a cualquier tipo de público: al joven porque no esperará reírse tanto con unas situaciones muy simpáticas, y luego musicalmente es una especie de mini-ópera. El número de presentación de La Corte del Faraón es muy grandioso, muy Aida.

¿Y Rigoletto?

Con la ópera Rigoletto queríamos demostrar también al Teatro Amaya que no solo hay un público al que le guste y quiera ver zarzuela sino también ópera, y que no puede asistir al Teatro Real pero que quiere ir a ver los títulos de siempre. Además, otro público al que queremos acoger es aquel que no ha ido nunca a la ópera y está buscando la oportunidad de hacerlo. Hacemos esta primera incursión con mucha esperanza y mucha ilusión.

La Ópera y la Zarzuela son dos géneros que muchas veces no tienen el protagonismo que merecen o no despiertan el interés tanto como otros, ¿a qué crees que se debe?

La ópera es un tema aparte, porque es algo internacional: un coreano, un norteamericano, un alemán, un inglés conocen Rigoletto. La ópera se hace en todas las casas de ópera de todo el mundo, hay unos cuantos cientos de teatros de ópera, pero la zarzuela no. La zarzuela tenemos que hacerla y exportarla desde España, porque es un género español. En su día, cuando mi madre y mi tío dirigían, conseguimos exportarlo y hacerlo por todo centro de América, Sudamérica, Japón, Israel, Australia, Atenas… y la gente bramaba, y eso que eran extranjeros y no entendían el idioma, solo sentían la música, escuchaban, veían los bailes, las coreografías. Y esto se ha ido perdiendo porque el español en general es un poquito acomplejado, y pensamos que lo de fuera es mejor que lo nuestro.

¿Cómo podríamos cambiar eso?

Yo creo que son las instituciones las que deben actuar. Hay que exigir que el dinero público vaya también para colegios y sepan, al menos, que una vez al año existe un género como este y que igual que llevamos a los niños a ver una obra de Pío Baroja o de Valle-Inclán, pueden ir a ver Zarzuela y darse cuenta de que esto es nuestro. Esto tan bello, esta Verbena, esta Revoltosa, estos Gigantes… Pero es una tarea pública más que privada.

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Una y otra vez, ‘Cantando bajo la lluvia’

Àngel Llàcer,  Manu Guix y Miryam Benedited llevan el musical al Teatro Nuevo Apolo de Madrid

Entre flecos, lentejuelas y perlas que danzan en zapatos que acostumbran a moverse al ritmo de la música. Así es como ‘Cantando bajo la lluvia’ constituye toda un explosión de brillos y colores que nos hacen trasladarnos 100 años atrás: a nuestros queridos años 20

Por aquel entonces tuvieron lugar muchos acontecimientos reseñables en nuestra historia, entre ellos el paso del cine mudo al sonoro y con él una estela de películas y musicales que se han convertido en todo un clásico. Algunos en los mejores de todos los tiempos, y ‘Cantando bajo la lluvia’, con el inconfundible guión de Betty Comden y Adolph Green, no es sino uno de ellos. 

Tras su éxito en Barcelona como el espectáculo más visto de la temporada, el musical aterriza en el escenario del Teatro Nuevo Apolo de Madrid con la intención de conquistar la capital que, no olvidemos, cada vez lucha con más fuerza por conseguir su merecido tercer puesto después de Nueva York y Londres. El tándem perfecto que forman Àngel Llàcer, Manu Guix y Miryam Benedited reaparece dispuesto a darlo todo.

El elenco formado por Miguel Ángel Belotto en el papel de Don Lockwood y Diana Roig como Kathy Selden es una gran forma de completar un engranaje que solo puede tener un espectáculo de estas características. Ricky Mata encarnando al mismísimo Cosmo Brown y Mireia Portas en la piel de Lina Lamont son una más de las ruedas de este circuito que completa un equipo técnico que hace posible lo imposible. Verán ahora de qué les hablo. 

El mayor dilema o responsabilidad al que puede enfrentarse un actor de musicales es cómo ser fiel a la película que interpreta. A su personaje. Bien, la respuesta es fácil para Belotto, quien lleva un tiempo enfrentándose al reto de interpretar a Don Lockwood: “la película es un referente súper importante, pero no puede ser nunca una losa que nos pese”. Por eso, destaca la importancia de quedarse con la esencia pero transformarla y “que sea una Kathy Selden-Diana Roig y un Don Lockwood-Belotto. Siempre hay algo de nosotros en el personaje”.

“Hemos querido mantener muchas cosas que ya directamente son guiños a la película”, comenta Diana Roig. Quizá con esto podamos explicar que el teatro por un momento se olvide de sus limitaciones y haya conseguido que llueva. Sí, que llueva dentro del teatro. Lo que convierte al musical en “técnicamente una locura”, afirma la protagonista. 

‘Singin’ in the rain’ y ‘All I Do Is Dream of You’ son las dos únicas canciones que serán interpretadas en inglés: “porque han sido creadas así y no nos imaginábamos cantándolas de otra manera”, comenta la pareja protagonista. Sin embargo, otras como ‘Good Morning’ sí han sido traducidas y adaptadas para que los espectadores puedan comprender toda la trama y el argumento de la historia. 

El lenguaje de Gene Kelly y Donald O´Connor es único, y Belotto y Roig tenían que buscar su propia forma de llevarlo ante un escenario y un patio de butacas, donde no existe la voz de corten, ni la posibilidad de repetir escenas o de cantar y bailar por separado. Ellos tienen que dosificar su energía en ocho funciones semanales, sin margen de error y repletas de un gran sacrificio que solo puede sanar un público de pie tras cada actuación. 

Esta versión del clásico recuerda a más de uno a Broadway. Quizá porque se cuida hasta el más mínimo detalle. Por el trabajo, el esfuerzo y el cuidado que hay detrás de cada movimiento de los artistas. De quien tiene las tablas necesarias.

En palabras de Belotto, asistir a este musical, a esta expresión de arte, es lo mismo que ir a un lugar donde la gente “se divierte, se enamora, descubre la historia del cine y se traslada”. A esos años 20 que tanto nos regalaron. Tanto que 100 años después seguimos queriendo recrearlos cantando siempre bajo la lluvia. 

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De Londres a Madrid ‘Matilda, el musical’: un éxito asegurado

El Nuevo Teatro Alcalá sube a más de sesenta niños a su escenario

La historia de Roald Dahl y su niña con superpoderes conocida por todos, 12 años de éxito sin precedentes en los más grandes escenarios de Londres, una estela de 99 premios que convertían a ‘Matilda, el musical’ en el espectáculo contemporáneo más premiado: con algo así era difícil no triunfar. 

“Mágico. Energético. Espectacular”, así definían Oriol Burés y Valentina Cachimbo, quienes dan vida a Matilda y la señorita Señorita Trunchbull, el musical. “Matilda es un musical muy mágico, bastante diferente a lo que la gente ha visto aquí en España, y creo que no te deja indiferente”, afirmaba Burés. “La gente entrará de una forma a ver el musical y saldrá de otra. Es de estos musicales que te mueve muchas cosas”

El escenario del Nuevo Teatro Alcalá de Madrid se ha transformado, ahora ya no solo encontramos butacas rojas, palcos, focos o luces, sino que entrar supone trasladarnos a la mente de Matilda: un lugar en el que rebosan los libros. Y no solo eso, también se mueven. Pocas escenografías se han visto como esta. Todo tipo de efectos tienen lugar durante el espectáculo: juegos de luces, compuertas que se abren y cierran, efectos sonoros, visuales… 

Con un elenco formado mayoritariamente por niños es fácil quedar fascinado, y aún más si lo hacen tan bien. Llevan un año y medio preparándose para ello y parece que tanto esfuerzo se ha traducido en unos números musicales, bailes e interpretaciones dignos de ser presentados año tras año en el mismísimo Broadway

Tal y como pedía su director David Serrano, el (muy buen) trabajo de los niños no debe eclipsar interpretaciones como las de Oriol Burés, Daniel Orgaz, Allende Blanco, Mary Capel, Héctor Carballo o Pepa Lucas, así como los movimientos de muchos de los bailarines que forman parte del cuerpo de baile y que participan en la majestuosidad que desprende el espectáculo. 

Sin embargo, la buena relación entre los mayores y los pequeños del equipo no hace sino enriquecer aún más su esencia. Los unos aprenden de los otros, se aconsejan y, sobre todo, se enseñan “a no perder nunca la ilusión”, afirma Oriol. Los niños son un aliciente para dejarse la piel en el escenario “no puedo quedarme atrás, son un tren bala, una compañía de niños super disciplinada, energética, talentosa…”, comenta. 

Uno de los puntos más fuertes del musical (aunque no sea tan claro a simple vista), es la facilidad con la que consigue hacer llegar su mensaje a las miles de personas que se sientan en las butacas con la intención de disfrutar de un rato agradable, pero que no saben en realidad a lo que han ido ni lo que les espera. Han ido a recordar la importancia de que los niños reciban una buena educación, la importancia de cuidarlos, de no maltratarlos, de hacerlos sentirse valorados. Han ido a recordar que los niños después serán los mayores, y que no hay mayor aprendizaje y enseñanza que la propia experiencia: “a los niños hay que cuidarlos”, sentencia la pequeña Matilda Valentina Cachimbo. 

Quién pudiera ser Matilda y ser capaz de mover una y otra vez las agujas del reloj para que nunca llegue la hora de poner fin a aquello que disfrutamos. Como, por ejemplo, de ‘Matilda, el musical’.

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Bob Pop, ¿el referente de los referentes?

Su monólogo ‘Los días ajenos’ llega al Teatro La Latina de Madrid cargado de una aplastante sinceridad

Sobre lo extraordinario y lo ordinario. Sobre el talento y la identidad. Sobre aquello que puede parecer lo contrario. La antítesis del otro.  La opción alternativa. ¿Quién soy?, una simple pregunta que puede dar tanto de sí que responder nos lleve toda una vida. Y esto es precisamente lo que trata de hacer Bob Pop. Y, quién sabe, puede que hasta lo haya conseguido.

Para Roberto Enríquez, el talento y la identidad son “la misma cosa” y admite que no es nadie sin los demás: “soy como todo el mundo”. Para quien leer tiene mucho más sentido y veracidad que escribir resulta sencillo tomar a unos cuantos (o muchos) como referentes que contribuyen a convertirle en aquello que es hoy. “Los que han dado la cara lo han hecho porque han triunfado”, afirma, pero puede que haya quienes triunfen porque dan la cara, y no al revés. Y no está mal pensar que en su caso ha podido ser así. 

Llegar al Teatro La Latina de Madrid y ver en lo alto el cartel de tu espectáculo debe ser una de esas sensaciones que no se olvidan en la vida. “Una barbaridad”, como diría Bob. Para alguien que ha puesto su grano en todo tipo de espacios televisivos y radiofónicos y que le han permitido aprender a  “leer al público, a olerlo y a escucharlo“, un teatro debe ser el mayor de los regalos. Y eso es lo que son sus ‘Días ajenos’.

Una vez publicados sus dos volúmenes se pregunta: ¿Por qué no hacer algo distinto? Con la aprobación de su co-director Andrés Lima y la seguridad que esto le aportaba, decidió convertirlos en teatro y lanzarse al vacío con una propuesta que en todo momento entiende quién es, desde dónde y para quien habla. Porque tal y como dice Bob: “las historias al final no son solo propias, nos acogen a muchos y probablemente nos encontremos reflejados, nos den pistas, lugares o caminos de escapada”

Y aunque nadar a contracorriente no es fácil, incluso para quien se define a sí mismo como “un error del sistema”, en esta tónica se mantiene y se ha mantenido toda su vida. En encontrar esa bocanada de aire, esa tierra avistada, ese chaleco salvavidas que aparece cuando y donde lo necesitas. Todos nos perdemos y ‘Los días ajenos’ de Bob Pop nos demuestran que podemos encontrarnos.  De hecho, es de esa pérdida de la que surge este espectáculo: “a lo mejor lo que queremos hacer es algo que a la gente le parece un disparate pero con el tiempo estamos viendo que hay posibilidades de vida, de futuro”, afirma Pop. 

Según van pasando los años, las preguntas que nos forman y nos conforman empiezan a verse difusas en el tiempo y sustituidas por otras que llevan una connotación de arrepentimiento o de orgullo. ¿He hecho todo lo que debería? ¿Lo he hecho bien? ¿El niño que fui estaría orgulloso de lo que soy? Para alguien que lleva la libertad por bandera es quizá más fácil que para el resto sentirse orgulloso de todo lo que ha hecho y dicho: “A veces siento que no lo he dicho de la precisa manera en la que me habría gustado. Pero no me arrepiento de haber dicho nada de lo que he dicho nunca”, concluye. 

Y, aunque el niño que fue se encuentre con el desconcierto propio de quien ve toda su vida pasar como una montaña rusa, diría: ¡Madre mía, todo lo que he logrado! Y tras buscar referentes para sí mismo, puede que hasta pueda verse convertido en uno de ellos.

Colaboración: Alejandro Pérez