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Entrevista César Camino y Eloy Arenas: «El teatro me da una vida extraordinaria.»

César y Eloy son dos almas hechas para la interpretación y el arte. Se les nota en la sonrisa nada premeditada cuando hablan de lo suyo, en el ímpetu de su conversación cuando surgen las ideas. Hablan con pasión del teatro, del cine, con el brillo en los ojos de quien sigue completamente ilusionado, prácticamente enamorado, de lo que hace cada día.

Ambos son actores curiosos, inquietos, activos. Han trabajado tanto en teatro como en televisión, Eloy ha escrito libros y varias obras de teatro, y ambos se han terminado encontrando para formar un tándem singular que funciona a la perfección. Se complementan, se convienen. Se conocen tan bien sobre el escenario que cada día saben adaptarse a las exigencias de la energía del público comunicándose sólo mediante la interpretación.

Tienen puntos de vista diferentes sobre la vida. César se guía más por un resignado “el hombre está condenado a autodestruirse”, que suelta con una sonrisa ancha y acogedora sin inmutarse lo más mínimo. Eloy sonríe de brazos cruzados y le lleva la contraria: hay un camino hacia el entendimiento. Y ya ha comenzado a andarse.

Ahora están presentando Entiéndeme tú a mí. Tras un par de pases de prueba, se estrenó el pasado día 12 en el Teatro Lara. Ya han ido adaptando pequeños detalles, porque el teatro, como nos cuentan, es algo muy vivo. La obra presenta cinco escenas independientes, cinco tratamientos satíricos para una misma idea: lo difícil que es comunicarnos entre nosotros. ¿Hasta cuándo durará en el Teatro Lara? “Vamos a estar los martes hasta que empiece a flaquear la cosa, mientras siga viniendo gente, seguiremos haciéndola” sentencia César.

Es una obra sincera, tierna, sencilla, sin grandes pretensiones. “Es para un público diferente. Si hay gente que busca escenografía, actores, producción, se le va a quedar esto un poco cutre. Pero para un día a la semana hay público que le gusta este rollo. Es una cosa muy cabaretera y cercana.”

LA SOCIEDAD DEL “ENTIÉNDEME TÚ A MÍ”

Entiéndeme tú a mi es una obra que fue creada hace ya 20 años, ¿por qué recuperarla justo ahora?

Eloy Arenas: Yo que sé. Ha sido muy representada en España por grupos independientes, en Latinoamérica y en Estados Unidos. Le propuse la idea a César, la leímos de nuevo y dijo «Oye pues me gusta muchísimo. ¿Qué tal si la hacemos los martes en el Teatro Lara?». Nos lanzamos sin ninguna perspectiva. Lo que pasa es que, claro, una vez que la hemos hecho nos hemos dado cuenta de que las nuevas generaciones no la conocen y creen que está escrita desde hace dos semanas.

César Camino: Yo he de decir que la obra la había visto hecha por otros dos actores (Dani Ortiz y Jorge Roelas) hace un montón de tiempo y dije: “Yo quiero hacer esa obra, que me encanta” y fíjate, me veo haciéndola como una de esas cosas que la vida te pone en el sitio adecuado en el momento adecuado.

E.A: Es una obra muy intemporal. Trata sobre la empatía o la ausencia de empatía. Lo que pasa es que el primer cuadro entra un señor y dice: “Soy tu nuevo ordenador personal”. Hace unos años, cuando todavía no existía aún Black Mirror, imagínate lo que suponía para la gente el choque mental. Al estrenarla ahora uno se da cuenta de que está muy vigente. Uno de los cuadros es una mujer enamorada de su marido, pero como él solo valora la cultura masculina, ella se masculiniza.

Hablemos sobre la escena del marido y su mujer. Sorprende que habiéndose escrito un sketch así sobre la cultura patriarcal hace 20 años todavía siga vigente de esta manera. ¿No ha sido un margen de tiempo suficiente para que cambiaran las cosas?

E.A: Todo son escenas sobre un mismo tema y realmente todo converge en la misma cuestión: la ausencia de empatía. Es sorprenderte ver como eso sigue vigente después de 20 años. En aquella época, la gente lo entendía, pero te puedo asegurar que a muchos hombres no les gustaba, porque era un juego en el cual una mujer sufre una metamorfosis inconsciente. Ahora es algo mucho más comprensible.

C.C: Es una pena que siga vigente. Es triste. Quiere decir que el ser humano no tiene arreglo.

¿Cómo habéis vivido la evolución de feminismo que ha habido durante los últimos años?

C.C: Con mucha expectativa e ilusión, por ver si es algo que realmente va a seguir para adelante y no se convierta en un mayo del 68, que luego se desinfle. Me encantaría pensar que dentro de 15 años se habrá conseguido una auténtica igualdad de género en todos los aspectos. Que este sketch lo veas como una una reliquia del teatro.

E.A: Por mi parte, lo que he hecho no dejan de ser denuncias, y las denuncias sólo terminan cuando se ha arreglado el tema. En el libro “Machistas anónimos” comentaba la historia de un individuo que monta una asociación para desintoxicar machistas y prepararlos para la nueva mujer. Luego creé una obra de teatro que se llama “Mujer busca hombre que todavía no existe”. He puesto mi granito de arena en ese aspecto. Ya no mi opinión personal, que puede ser falsa, sino mi realidad. He escrito sobre el tema entendiendo realmente que llegará un momento en que esto no será necesario, cómo no será necesario hacer la cabalgata del orgullo gay.

Durante los últimos tiempos hemos visto como otras disciplinas artísticas sufrían las consecuencias de la censura (músicos, libros, titiriteros…). ¿Habéis tenido miedo alguna vez de la censura?

C.C: La verdad es que nunca me lo había planteado, pero…

E.A: Su generación quizá no, pero yo sí que he vivido la censura. En la época de Franco, cuando tenía 22 años, hicimos una obra que fue censuradísima: “Charlie no te vayas a Sodoma”. Era una sátira bastante gay sobre el régimen franquista. Recuerdo que entonces era Fraga el Ministro de Información y Turismo.

C.C:
La supuesta censura que estamos viviendo estos días creo que es una censura exagerada, y que afecta a la gente que habla las cosas muy directas, de manera muy frontal, como Valtonyc o los titiriteros. Es como una censura muy obvia. Eloy critica cosas más universales, pero sobre todo con una fineza que saltaría cualquier censura.

Pero ahí ya estás jugando un poco para evitar la censura, ¿no?

C.C: No por evitarla. Simplemente es su manera de escribir o, por lo menos, es como lo percibo yo cuando lo estoy leyendo. Está hablando de los peores seres del planeta, pero sin personalizar los males en un solo ministro o en un solo rey. Está hablando de todo lo malo que hay en este mundo, por lo que creo que no podríamos tener ese problema, pero sí que me gustaría tenerlo. Poder decir: “mira, estamos haciendo algo que realmente duele.”

E.A: Ahora las obras no se dividen en censurables o no censurables. Son convenientes o inconvenientes. A partir de eso, los medios no te censuran, te dicen que “esto no es de la línea de su cadena”. ¿Te están censurando? Pues no lo sé, pero cada uno puede hacer privadamente lo que le dé la gana. Sobre la sutileza de ser censurado o no, yo lo ponía en el libro: un coach tenía un paciente que decía que estaba preocupadísimo porque su mujer es más inteligente que él. Estaba jodido. El coach le dice: “pero vamos a ver, si una mujer inteligente se ha enamorado de ti, algo tendrás aunque tú no lo sepas”.

Lleváis muchos años trabajando juntos, cinco de los cuales han pasado haciendo Burundanga. ¿Cuál es la diferencia entre trabajar en una obra como Burundanga (con más gente, escenografía, producción) y ésta, que sois vosotros dos solos frente al público?

C.C: Esto es volver a la esencia del teatro y del humor. Volver a lo pobre. Hacer algo humilde, algo pequeño, pero con lo que podamos meter el dedo en la llaga.

E.A: Esto es lo que hacen los actores de Hollywood. Te hacen Jurassic Park y después se meten en una película independiente. Eso hemos hecho nosotros. No hemos dejado de hacer Jurassic Park, pero un día a la semana hacemos Sunday.

¿Cuál es el encanto de hacer algo más pequeño?

C.C: De momento, no depender de la estructura de producción de un Burundanga. Es decir: muchos actores, gente que entra, gente que sale, director, productor… Esto es una cosa más manejable y donde se puede hablar de lo que quieras. Cada día podemos improvisar algo sobre la noticia del día. Esto me da mucha libertad.

E.A: Además, el texto tiene una escritura dramática. Las historias son dramáticas, pero con la finalidad de que se rían. Es un humor muy negro. Hay partes negrísimas. Esta era la apuesta que nosotros queríamos hacer: hablar de los desaprensivos. El hombre oscuro, por ejemplo. “Si no lo hago yo, lo haría otro”, “Te deseo lo mejor… para mí”, que es el colmo ya del egoísmo o cantar la canción “Pienso en mí, cuando sufres”. Dándole cuerpo a ese personaje tan desaprensivo, miserable y descaradamente repugnante.

C.C: Va dirigido a un público diferente. Burundanga es algo más para todo el mundo, más mainstream: lo puede ver gente de casi todas las edades.Es un texto maravilloso, pero más sencillo de ver. Esto es otra cosa. .

Es inevitable que uno acabe viéndose reflejado en alguno de los personajes de Entiéndeme tu a mí.

C.C: Todos tenemos algo, sí. Si no no dolería. Con este texto se critica al ser humano en sí. Todos tenemos un poco de machista, de desahuciador. A mi me parece que es lo que hace grande al texto.

E.A: O la historia de las dos visiones que tienen sobre una misma mujer dos tipos de hombres. El marido tiene una visión de su mujer absolutamente convencional y práctica y, sin embargo, el amante tiene una visión emocional. Eso llega a la gente, pero está contado de una forma muy surrealista, muy absurda. Todo el relato está centrado en “Entiéndeme” y “No, entiéndeme tú a mí” y la incapacidad que tenemos para ponernos en el lugar de otro. Esta es la verdadera esencia de la obra. Y el transmitir que nos necesitamos poderosamente.

¿Hay algún camino por el cual el ser humano podría llegar a entenderse un poco mejor?

C.C: Yo no sé, pero por el momento se han reunido Trump y Kim Jong Un (risas). Parece que hay un camino, algo ha pasado ya. Aunque yo seguiré diciendo lo mismo: creo que el ser humano está condenado a autodestruirse.

E.A: Creo que estamos viviendo un momento revolucionario. Y la concordia es uno de los pequeños símbolos que indican la revolución: entrar en la voluntad y el placer de coincidir. En decir: vale, no opino lo mismo que tú, pero al menos quiero que me escuches. Todo pasa por empezar a ceder y practicar un poco el eclecticismo, que es hacia donde se dirige el mundo. Coger lo mejor de cada idea o estilo, se hace en música, en la moda, cada vez más. Sólo nos falta nosotros: pensar que podemos ceder en nuestras ideas, que no son tan rígidas.

LA ESENCIA DEL TEATRO

¿Cómo veis la situación del teatro ahora mismo en España?

C.C: Podríamos decir que está en proceso de recuperación después de una crisis grande, al menos en Madrid. Han desaparecido compañías, redes de teatros…hay símbolos de brotes verdes, aunque es un sector muy machacado desde hace diez años.

E.A.: Pero, sin embargo, hay unos niveles de creación (autores, escritores, directores) que yo no había conocido hasta ahora. Aunque el tejido empresarial se ha deteriorado bastante, en Madrid se ha recuperado prácticamente del todo. Es uno de los recursos turísticos. Aquí en el Teatro Lara por ejemplo, hay un ajetreo increíble los fines de semana, con gente que viene de toda España.

C.C: También se está apostando por cosas diferentes. En el Matadero, por ejemplo, fluyen las propuestas de jóvenes. A algunos les asusta un poco que se esté cambiando de registro, pero a mí me encanta, ver cómo se mueve, se estimula otro tipo de creación, que no todo es “teatro de texto”. Madrid se está moviendo.

EA: Hay banquillo. Y al haber banquillo, respiras, dices, “hay futuro”. Decía un poeta: “yo no creo en la muerte, porque salgo a la calle y veo niños jugando”. Esto es un poco lo que veo yo en el teatro. Hay jóvenes promesas creando algo nuevo, fresco, innovador. Sin olvidar grandes talentos consagrados como Arturo Fernández, todo un paradigma que con 89 años sigue ahí.

Habéis trabajo en cine, televisión, teatro. ¿Cuál os llena más?

C.C: Disfruto muchísimo con las dos cosas. Me gusta mucho hacer teatro, pero cuando hay una serie de televisión de calidad en España, me encanta. Rodar es algo maravilloso. Te estás preparando durante una o dos semanas para una toma, y luego se queda ahí para la eternidad. Es otra dinámica, como hacer orfebrería: trabajar una escena de 40 segundos durante un día entero. El teatro es otra cosa, compartirlo con el público, la energía del momento que estás viviendo con 200 personas ahí sentadas.

E.A: Me gusta que me hayas hecho esta pregunta. Yo lo he hecho todo: teatro, televisión e incluso cine, donde no he tenido suerte. He hecho muy poco cine (siempre digo que odio a mi hijo porque a su edad ha hecho veintitantas películas), y no me han dado los papeles que me gustaría haber tenido, pero no tengo espacio para ningún tipo de rencor. El cine es un poco como una obra de arte: te la preparas mucho tiempo, día tras día, y al final haces algo que queda ahí para siempre. Pero si tuviera que elegir entre esas tres cosas, yo elegiría el teatro. Porque soy dramaturgo y actor,he hecho comedia, he hecho drama, tragedia. El teatro me ha dado una vida extraordinaria.

C.C.: En el teatro hay que salir a ver: cómo estás tú, qué ambiente se respira esa noche. Es encontrarte un poco contigo mismo.

E.A.: Nosotros salimos sin saber qué vamos a encontrar, sin una idea preconcebida. Dejamos que el personaje nos lleve, no llevamos nosotros al personaje.

C.C: Yo divido el teatro en tres partes estancas que no se comunican. Una es el estudio personal que puedas hacer tú en casa, otra, la puesta en común (el ensayo general con compañeros), y luego ya está la representación. Que ahí ya es echar a volar: todo lo que puedas hacer, hazlo. Lánzate. Y con un compañero como Eloy ya es maravilloso: que pase lo que tenga que pasar.

E.A: En Burundanga, cada uno teníamos un personaje, pero salíamos cada día a ver qué pasaba. La función va surgiendo, cada uno reacciona en base a los estímulos que le causa el otro. Surgían cosas extraordinarias y diferentes todos los días. Posiblemente las mejores cosas. Hay que salir sin la mochila de tener un personaje trillado. Una obra de teatro no es una construcción: es algo abierto, siempre puede surgir algo .

[De pronto parece que a César le viene algo a la mente. Sin dejar de pensar en ello, se levanta para coger su móvil y consultar una frase que dice no poder quitarse de la cabeza. La lee en voz alta]: Actuar es algo estupendo, siempre y cuando no te pillen haciéndolo. De Spencer Tracy. Hay que intentar tirar pa’lante con lo que hay sin pensar en personajes.

E.A: Tenemos personajes, y los sentimos. Es como estar a favor del personaje, pero que conduzca él.

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